La meditación es la medicina - RSSB Satsangs y Composiciones

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La meditación es la medicina

La respuesta es meditación; entonces ¿cuál es la pregunta?

Bueno, ¡se trata simplemente de cualquier pregunta que pudiéramos hacer al maestro! Se reduce a una sola cosa: meditación. Podemos formular la pregunta de la forma que queramos, podemos darle un enfoque de una u otra manera. Pero la respuesta es siempre “meditación”.

Cuando volvemos de Dera y alguien nos pregunta, Bueno, ¿qué dijo el maestro, cuál fue su gran mensaje, ¿cuáles fueron los momentos más importantes de la visita? Responderemos, ¡Él dijo que debemos hacer nuestra meditación! Y dirán: Oh, sí, por supuesto meditación –ya lo sabemos– pero ¿qué más se dijo, había algo diferente, algo que fuera realmente interesante?

Parece que no queremos oír ese mensaje tan simple que los maestros siempre nos han dado. Nos gusta que las cosas sean complejas –sean "interesantes", para estimular nuestra mente– cuando lo que realmente tenemos que hacer es someter a la mente, tomar el control de nuestros sentidos, tomar el control de nuestras vidas y realizar nuestro potencial; convertirnos en uno con él. Así que la respuesta a todos nuestros problemas es así de simple: debemos hacer nuestra meditación.

Como decía Hazur Maharaj Charan Singh: "La meditación (bhajan) es la panacea para todas las dolencias"1. La palabra "panacea" significa el remedio universal que cura todas las enfermedades. Dicho claramente: la meditación es la cura general para todos nuestros padecimientos. No importa quiénes somos, de qué color o credo, hombre o mujer, rico o pobre, todos estamos sufriendo en esta creación física.

El místico Eknath de Maharashtra dice:

El nombre de Dios –la única medicina pura
  para todas las enfermedades de la mente, el corazón y el cuerpo.
Primero acaba con nuestros sufrimientos,
  luego la dulzura y la libertad
  vienen a inclinarse ante el paciente.
Nada más se necesita, dice Eknarth–
  solo mantén el nombre de
  Ram repitiéndose en tu lengua,
  disfruta una dieta de acciones puras
  y entrégate al maestro médico2.

Así que vamos a tratar de entender de donde viene nuestro sufrimiento. Nuestro mayor problema es la enfermedad que todos padecemos, ¡todos somos casos mentales! Somos "mentales" porque estamos bajo el dominio de la mente, que es a su vez víctima de los sentidos ¡Tenemos que ser espirituales, no mentales! El alma, una princesa de sangre real, se ha hecho compañera de una simple barrendera, la mente, y se ha convertido en su esclava. Ahora vive en esta casucha del mundo comiendo desperdicios, cuando en realidad debería estar viviendo en un palacio y cenar néctar.

Nada aquí nos hará felices por mucho tiempo, el placer mundano es de corta duración y termina en miseria, además las cadenas kármicas nos atan más estrechamente a esta creación. Sahjo Bai dice:

Los ricos, sin excepción,
  están angustiados y acongojados.
Y los pobres, ¿qué decir de su suerte?
Sus miserias y penas no conocen límites.
Benditos sean los sadhus
  que han descubierto el gran secreto3.

El "gran secreto" que los sadhus, los verdaderos santos, han encontrado, es el camino de vuelta al Creador, el medio por el cual el alma se puede conectar a la Palabra divina que se encuentra dentro, y por medio de ella volver a su hogar verdadero.

Así que los males de los que habla el maestro que debemos curar no son físicos; él está hablando específicamente de lo que se encuentra en el corazón del sufrimiento, la angustia mental y espiritual que todos sentimos como resultado de que el alma está "infectada" por la mente. Esta es la principal causa del sufrimiento; todo lo demás es un síntoma de esta enfermedad maligna de estar dominados por la mente. Hazur Maharaj Ji dice:

El alma sufre por causa de la mente; sin la mente el alma no sufriría. Cuando el alma no tiene ninguna relación con la mente, el alma no sufre en absoluto. Pero cuando se asocia con la mente, entonces claro que sufre.

Verás, el alma tiene una tendencia natural hacia su propio origen. Siempre está anhelando volver con el Padre. Por tanto, el sufrimiento de la separación siempre está ahí. Pero se olvida del Padre porque se ha asociado con la mente, y la mente se ha convertido en esclava de los sentidos. El alma empieza a sufrir, al convertirse en esclava de los sentidos4.

La fuente de todo sufrimiento y nuestra afección crónica proviene de la separación del alma de su fuente, el Padre. La mente y el ego causan esta separación. Tenemos la convicción de que existimos como entidades separadas del Padre; esta es la gran ilusión.

Y la meditación es la medicina que el médico principal administra para curarnos de esta afección. El maestro ha diagnosticado perfectamente nuestra enfermedad, su causa y los efectos que ha tenido sobre nosotros; por tanto, es capaz de prescribir la medicina perfecta para curarnos, y curarnos para siempre. Hazur dice:

La meditación es la solución a todos nuestros problemas. En vez de presentar una lista de demandas, presenta tu meditación. Entonces te elevarás por encima de los problemas y no afectarán nada a tu mente. Nunca podrás resolver los conflictos del mundo. Pero siempre podremos estar por encima de los problemas para que no nos afecten, no nos molesten, pierdan importancia para nosotros. La meditación nos ayuda; es la verdadera solución para esos problemas5.

La cuestión es que la mayoría de nosotros no sabemos que estamos en estado crítico; que el estado general de la humanidad está muy lejos de lo que debería ser. El potencial de ser verdaderamente humano es realizar a Dios, y unirse al Padre. Cuando el maestro nos dice que debemos aspirar a ser buenos seres humanos, es una invitación a realizar nuestro potencial, para experimentar un estado sublime. Nuestra alma es ilimitada e inmortal, pero debido a la asociación con la mente permanecemos limitados y mortales.

Al ser mortales, todos tenemos una cosa en común: un día todos moriremos. Hemos nacido para morir. ¿Quién sabe qué nos pasará después? Lo único que sabemos con seguridad como seres humanos es que algún día moriremos. ¡Nadie sale vivo de aquí!

Si un médico nos diagnosticara una enfermedad incurable mañana, y nos dijera que solo tenemos unos cuantos meses de vida. Piensa. ¿Cómo reaccionaríamos? –sinceramente– ¿cómo nos sentiríamos al conocer esa noticia? Al escuchar esas palabras sobre nosotros, bueno, la mayoría estaríamos terriblemente conmocionados. El impacto seguramente nos haría reflexionar sobre nuestras vidas, reconsideraríamos nuestras prioridades y nos aseguraríamos de centramos en lo realmente importante para nosotros. ¿Y qué sería? La meditación.

Si buscamos en internet encontraremos muchas versiones de la "lista de deseos", o que podríamos titular como "100 cosas que hacer antes de morir". La gente publica sus propias versiones de lo que les gustaría hacer antes de dejar esta vida. Es una lista interesante, casi todos los componentes están relacionados con objetivos mundanos, viajes, deportes de acción, etc. Básicamente se trata de una lista de deseos insatisfechos de esas personas y su afán por la sensualidad.

Pero para nosotros como satsanguis debe ser muy diferente. El único elemento que necesitamos en esa lista de peticiones, no es una lista en absoluto, es únicamente una cosa y solo una. Lo único que tenemos que hacer antes de morir, es morir. Morir cada día, como dice San Pablo, practicar para romper las limitaciones y restricciones del cuerpo y la mente e ir dentro para fundirnos en lo divino.

¡Tenemos que despertar y oler el ataúd! Y morir para vivir, no solo vivir para morir.

Así que no se trata de una lista de cosas que tenemos que hacer; tampoco estamos aquí para cambiar el mundo o hacer mella en el universo, ni causar una gran impresión. Estamos aquí para cambiarnos a nosotros mismos. ¡A nadie más; solo a nosotros mismos! La única marca que tenemos que dejar es en el cojín donde nos sentamos cuando meditamos. ¡Si realmente queremos dejar una buena huella, esa es!

El maestro nos pide que nos sentemos a meditar diariamente. Sentarse. Todos podemos sentarnos; mira, lo estamos haciendo en este momento. Es muy fácil. La mayoría de nosotros hemos viajado aquí desde las cuatro esquinas del mundo. Nos sentamos en un taxi cuando vamos al aeropuerto, nos sentamos en un avión durante cinco, diez, incluso quince horas, y luego nos sentamos en un tren, igual que estamos ahora. Podemos hacerlo. Ninguno de nosotros puede decir que no podemos sentarnos. Como dice el refrán: No hagas nada, ¡siéntate!

Y una vez que estamos sentados, podemos simplemente cerrar los ojos y hacer nuestro simran, simplemente repetir esos cinco nombres sagrados que el maestro nos ha dado. Seguro que podemos hacer ese esfuerzo. Es un viaje a los cielos interiores; ¡no se trata de lanzar un cohete, es una ciencia espiritual!

Así que ¿por qué nos resistimos a hacer algo tan sencillo que terminará con todo nuestro sufrimiento, que es realmente para nuestro beneficio? Nos lo hacemos más difícil poniéndonos demandas imposibles. Nos decimos a nosotros mismos qué sentido tiene sentarse; ¡nuestra meditación es muy mala y solo cuenta la meditación buena! ¡Deberíamos recordar que todos somos proyectos en curso, no el artículo terminado!

¿Dónde se dice que tenemos que sentarnos y hacer "buena meditación?". Solo se nos ha pedido que nos sentemos y hagamos nuestro simran; que pongamos el esfuerzo durante dos horas, y luego durante media hora intentar escuchar el sonido, el Shabad. El maestro mismo ha dicho que no hay meditación buena o mala; es solo meditación. Nadie está en condiciones de cuestionar la eficacia del medicamento que el médico divino ha recetado hasta que lo haya tomado en su totalidad, según lo prescrito.

Podemos inventarnos toda clase de excusas de por qué no hacemos lo que prometimos, razones por las que no podemos meditar; pero que yo sepa nadie ha encontrado fallos cuando realmente ha seguido de forma diligente las instrucciones del maestro. Nunca nadie se ha levantado al micrófono y ha dicho al maestro, me siento cada día en meditación durante dos horas y media, aquieto mi cuerpo y mente totalmente hasta el punto de que me parecen muertos, repito los cinco nombres sagrados continuamente con la atención en un solo punto, y todavía no he oído nada, ni he visto la luz.

Eso no va a suceder. Sant Mat es la ciencia del alma, que es absoluta y empírica. Lo que el maestro ha prescrito para nosotros va a obtener ciertos resultados, siempre y cuando pongamos el esfuerzo y realicemos los ejercicios espirituales de la forma que él nos ha dicho. Maharaj Jagat Singh Ji nos aconsejó entrar en el laboratorio del cuerpo y realizar el experimento por nosotros mismos.

Es posible. La medicina de la meditación nos curará a todos. Nuestra labor es tomar la medicina, y nos curaremos. Tan simple como sentarse cada día y poner el esfuerzo; esa es nuestra parte del trato.

Los maestros perfectos siempre y exclusivamente prescriben meditación. Este es el sendero del Surat Shabad Yoga, el tratamiento más eficaz para poner fin al enredo del alma con la mente. Pero lo que es dulce para la mente y los sentidos es veneno para el alma, y lo que es dulce para el alma es veneno para la mente y los sentidos. Al principio, debido a la naturaleza de nuestra mente, la medicina parece amarga y difícil de tragar, pero es por nuestro propio bien. Hazur da una analogía:

Nuestro concepto del amor y el cariño es que todo lo que deseamos, tenemos que conseguirlo. Sin embargo, a veces la madre tiene que poner quinina amarga en la boca de su hijo. Y el niño debe tragárselo, pero es por su propio bien. Aun así, no hay mayor amor que el de una madre por su hijo6.

El místico de Maharasthra Bahinabai dice:

Los santos son médicos maravillosos
  que curan la enfermedad del mundo.
Escucha, te diré su método:
  con una mínima cantidad de medicina
  curan todas las enfermedades del alma.
La dieta que prescriben está exenta de placeres sensoriales,
  pero llena de amor y devoción por el Señor.
Conociendo la condición interior del paciente, dice Bahina,
  los médicos garantizan únicamente este método7.

Cuando amigos y familiares que no están relacionados con Sant Mat nos preguntan acerca de dónde vamos cuando venimos aquí, a algunos de nosotros nos puede resultar difícil explicar realmente de qué trata nuestra visita. Bueno, ¿por qué no decirles la verdad, pero de una manera que ellos puedan entender? ¡Podemos decirles que venimos a especie de rehabilitación! Como esas celebridades que leemos en nuestros periódicos y vemos en las noticias. Cuando ya no funcionan de manera normal, cuando su estilo de vida rápido acaba con ellos, necesitan rehabilitación. Ellos necesitan ser reajustados, sintonizados para empezar a comportarse de una forma normal otra vez; o relativamente normal en muchos de los casos.

Del mismo modo que con un ordenador o un componente que se ha sobrecargado o tiene demasiadas aplicaciones o programas funcionando, hay que volverlo a ajustar como venía de fábrica; tal como el fabricante pretendía que funcionara inicialmente. Somos lo mismo. Para que volvamos a ser para lo que fuimos diseñados, tenemos que deshacernos de todas esas cubiertas, los sentidos, los malos hábitos, los apegos y demás y ser como éramos en nuestro estado natural: Verdaderos Seres Humanos, versión 1.0. Necesitamos que el fabricante, nuestro Creador, nos reinicie. Tenemos que acceder al camino de la inspiración y descargar el Shabad. Necesitamos meditar.

Por eso hemos venido a Dera; estamos aquí para hacer rehabilitación. Necesitamos ser rehabilitados, recalibrados, que se nos recuerde cómo recuperar nuestra salud espiritual. Tenemos que limpiar nuestras acciones, salir de las sombras e ir a la luz. Cuando volvamos a casa podemos asistir a las reuniones del Grupo de Apoyo con nuestros compañeros de fatigas; o satsang, que es como lo conocemos. Esto es esencial si queremos mantener nuestra recuperación.

Ambos poetas de Maharashtra citados anteriormente hablaron sobre la importancia de la dieta. Esto significa no solo lo que comemos, sino lo que absorbemos, las impresiones que creamos en nuestras mentes. Los maestros dicen que obtenemos el color de la compañía que frecuentamos. Por lo tanto, debemos mantenernos en buena compañía. Adoptar un estilo de vida que nos haga caminar hacia la curación, que cree un ambiente que nos ayude a construir nuestra propia resistencia de los efectos de la mente y su comportamiento enfermizo.

En pocas palabras: si deseamos curarnos de nuestra enfermedad, la misma enfermedad que hemos estado sufriendo durante incontables vidas, entonces tenemos que empezar a hacer las cosas de manera diferente. De lo contrario nuestro comportamiento será simplemente loco o insensato. La definición de locura es: hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes.

La panacea para todos los males, la medicina que finalmente nos liberará de nuestro sufrimiento, al igual que todos los medicamentos tiene que ser prescrita por una persona cualificada, un experto en ese campo. Tal como es un maestro verdadero vivo. Él conoce exactamente nuestra condición y cómo administrar la cura.

Y para eso necesitamos un médico vivo, un maestro vivo. Al igual que en el caso de una dolencia física, un médico del pasado (y muerto hace tiempo) no puede ayudar a los seres vivos de la actualidad. Parece, al menos a simple vista, que los retos de la sociedad moderna no están contemplados por los textos médicos de la antigüedad. Y lo mismo pasa con la espiritualidad. La condición humana es la misma que ha sido siempre, pero los detalles específicos de la sociedad de hoy en día tienen su impacto en la forma en que dirigimos los desafíos de este tiempo; y por eso necesitamos un médico vivo.

Cuando vamos al médico de cabecera para tratar nuestra enfermedad física vamos porque tenemos fe en él y en el tratamiento que nos recomienda. Él nos da una receta; en primer lugar, compramos la medicina y en segundo lugar, y lo más importante, tomamos el medicamento y seguimos el tratamiento según lo haya prescrito.

Imagina lo siguiente. Vas a visitar a un viejo amigo, a quien la última vez que viste un año antes, sufría de una tos terrible. En aquel momento te dijo que al día siguiente iba a ir al médico para que le viera y le recetara algún medicamento. Pero cuando lo has visitado un año después, te saluda en la puerta y sigue teniendo la misma tos seca; en realidad aún peor que antes.

Le dices: pensé que ibas a mirarte eso, ¿no?
Bueno sí, lo hice.
¿Y qué dijo el médico?
Entonces, te señala un bote del aparador y dice, me recetó esta medicina.
Bueno, obviamente no ha funcionado, le dices. ¿Cuánto tiempo llevas tomándola?
Oh, la verdad es que nunca la he tomado, responde. Sabes, llevé la receta al farmacéutico, que me dio la medicina con las indicaciones de que debía tomarla una vez al día hasta que mi estado mejorara.
Entonces, esperé y esperé, día tras día, pero el médico nunca vino a poner la medicina en la cuchara y llevarla a mi boca. Y por eso sigo sufriendo. De hecho, estoy empezando a preguntarme si la medicina es adecuada para mí.

Tonto, sí, ¿pero acaso nosotros actuamos mejor? Tenemos un papel que desempeñar en todo esto, necesitamos poner el esfuerzo. Hazur dice:

Cuando el maestro nos inicia, nos pone en el sendero, nos dice que dediquemos tiempo a la meditación. Si realmente lo amamos, le obedeceremos. No podemos decir que lo amamos y al mismo tiempo no obedecer sus instrucciones, no vivir la vida como él nos explica. Eso no es amor por el maestro. Si realmente tenemos fe en él, si realmente lo amamos, querremos hacer lo que él quiere que hagamos. Y él quiere que meditemos; por tanto deberíamos también intentar meditar8.

Sin tomar el medicamento, sin entregarnos a la meditación, no podemos tener esperanzas de curación. Debemos tomarlo como se nos ha recetado. La dosis está claramente indicada por el maestro: meditar en la forma prescrita en la iniciación por un mínimo de dos horas y media al día. Esa es una dosis mínima. A medida que nuestras capacidades aumenten, el maestro dice que la meditación puede llevarse a cabo a lo largo de las veinte cuatro horas del día. Y tal es nuestra afección crónica que debemos tomar la dosis mínima por el resto de nuestras vidas. El momento en que se nos prescribió la meditación en la iniciación estaba destinado, y por lo tanto la duración del tratamiento hasta la muerte es exactamente el tratamiento que debemos seguir.

Consideremos otro punto. Como sabemos con muchos medicamentos recetados, puede haber efectos secundarios considerables, y lo mismo ocurre con la meditación. En realidad, hay dos efectos a los que enfrentarse: efectos secundarios y efectos internos. Con la meditación, en ambos casos los efectos son todos positivos. Positivo en el verdadero sentido, pues nos ayudan a alcanzar nuestro objetivo. Hazur nos dice:

La meditación cambia nuestra actitud hacia la vida. Eso es distinto de lo que conseguimos interiormente y lo mucho que nos queda por recorrer, pero la meditación definitivamente cambia nuestra actitud hacia la vida. Verás, incluso si no tenemos ninguna experiencia interior, pero realizamos la meditación, podemos al menos disfrutar de la fragancia de la meditación, si no lo hacemos de la experiencia. Un hombre ciego va a un jardín lleno de flores perfumadas. Si no puede disfrutar de la belleza de las flores, por lo menos puede disfrutar de su fragancia. Así que la meditación cambia nuestra perspectiva de la vida.

Y aquí tenemos la lista de los efectos secundarios más maravillosos que pudiéramos desear:

Nos hace humildes. Nos hace más amorosos, más amables, más temerosos de Dios. No intentamos engañar a nadie, hacer trampas, lastimar a nadie. En muchas situaciones de nuestra vida. Si hacemos algo mal, pesa sobre nuestra conciencia e intentamos deshacernos de nuestra culpa. Estos son los efectos de la meditación y si uno es lo bastante afortunado para disfrutar de la experiencia, no hay nada mejor9.

La meditación va al centro de nuestro problema: nuestra separación del Creador. Nos reconecta con él a través del Shabad. En lugar de enmascarar nuestro dolor como haría la aspirina o el paracetamol y ocultarnos el dolor, elimina la causa de nuestro dolor. Nos devuelve a nuestro estado natural; nuestro estado verdadero, en donde el alma está a cargo de la mente y la mente está a cargo de los sentidos.

A través de la meditación conseguiremos esa experiencia real que nos cambiará para siempre, habremos pasado de meros conceptos a la realidad. Como el maestro presente ha dicho a menudo: El conocimiento aplicado conduce a la experiencia, y la experiencia lleva a la comprensión. Hazur dice:

Si un discípulo cumple regularmente con su deber hacia el Señor, con amor y devoción, se dará cuenta de que el maestro le guía y protege a cada paso, que el maestro siempre está con él; no solo en esta vida, sino que también le ayuda a la hora de la muerte y por toda la eternidad. Así que, hazte la promesa desde hoy de que, le guste o no a tu mente, dedicarás dos horas y media completas al simran y al bhajan cada día, preferiblemente a primera hora de la mañana. La regularidad es esencial para el progreso espiritual. Debes cumplir con tu deber sin pedir nada a cambio.

No importa si ves la luz o no, ni si el sonido es audible. Simplemente cumple con tu deber y deja los resultados al maestro. Si un hombre paga un salario a su trabajador, ¿crees que el Señor no lo hará? Solo él sabe lo que es mejor para nosotros y cuándo nos lo tiene que dar. El pagará en abundancia. Ten fe en él10.

Por lo tanto, sigamos tomando la medicina.


  1. Maharaj Charan Singh, Luz divina, carta 312
  2. Eknath in Many Voices, One Song, p. 175
  3. Maharaj Jagat Singh, La ciencia del alma, p. 64
  4. Maharaj Charan Singh, Spiritual Perspectives, Vol. I, p. 131
  5. Spiritual Perspectives, Vol. III, p. 212
  6. Spiritual Perspectives, Vol. III, p. 18
  7. Bahinabai in Many Voices, One Song, p. 272
  8. Spiritual Perspectives, Vol. II, p. 290
  9. Spiritual Perspectives, Vol. III, p. 376
  10. Luz divina, carta 107