El tema de esta noche es el amor - RSSB Satsangs & Composiciones

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El tema de esta noche es el amor

Hablar de amor es complicado, porque no es algo que se pueda describir con palabras. Como Dios o el maestro, el amor está mucho más allá del ámbito del lenguaje.

El verdadero discurso sobre el amor es el darshan de un verdadero maestro vivo. A través del darshan, el maestro, que es la encarnación del amor, se comunica con todos los presentes. Él no transmite nada más que amor, sin necesidad de utilizar palabras.

Se ha dicho que Sant Mat, el sendero de los santos, se capta, no se enseña. Alguna parte de nosotros capta la esencia del sendero mediante la presencia del maestro, la compañía de otros satsanguis, en nuestra meditación, en el satsang, y durante el seva. Nadie nos la enseña. Nos enseñan conceptos; pero, como Baba Ji nos recuerda tan a menudo, esos conceptos no constituyen Sant Mat.

Así que, aquí y ahora, nos queda explicar lo inexplicable, para ver lo invisible. La siguiente frase se atribuye al místico persa del siglo XIII, Rumi: “El amor es invisible, excepto aquí, en nosotros”1. ¿Qué significa eso? Considerémoslo desde tres perspectivas diferentes.

Primero, observemos desde la perspectiva de los maestros verdaderos: seres humanos como nosotros que, a través de un intenso esfuerzo y la gracia y guía de su propio maestro, se han elevado por encima de las limitaciones de lo físico, han purificado su mente y su alma, y se han fundido de nuevo en el Padre.

Rumi era uno de estos santos. Entonces, cuando dice: “El amor es invisible, excepto aquí, en nosotros”, uno de sus significados podría depender de la palabra “nosotros”. Tal vez por “nosotros” se refiere a las almas realizadas como él, que son, como dice la Biblia: “El Verbo hecho carne”2, el Shabad en forma humana. Son, por lo tanto, manifestaciones visibles de esa energía o amor divino. Así, el primer significado de Rumi se podría reescribir como: “El amor es invisible, excepto en la forma de un maestro vivo verdadero”.

¿Quiénes son estos maestros? “Verdadero” significa que han trascendido este plano físico, así como los planos mentales y espirituales superiores, para unirse con el Señor. Su voluntad es la de ellos. Viven solo para amarlo y servirlo.

“Vivo” significa que vienen a este mundo, asumen un cuerpo humano, y trabajan para rescatar del ciclo de nacimiento y renacimiento un grupo específico de almas que se les han asignado. Están vivos a la vez que sus discípulos.

Vienen solo para beneficio de sus discípulos. Ellos no ganan nada, y sacrifican mucho, ya que tienen que adoptar una forma humana, con todos sus padecimientos y problemas. Actúan solo por amor, trabajando solo para servir a su maestro y al Señor, y a las almas que han venido a rescatar.

Como ejemplo de aquellos que han dado todo lo que tienen al servicio de sus discípulos, solo hay que fijarse en los maestros de Beas: Baba Jaimal Singh, Maharaj Sawan Singh, Maharaj Jagat Singh, Maharaj Charan Singh, y el actual maestro, Baba Gurinder Singh. Los libros de Sant Mat están llenos de historias sobre los cuatro primeros y su devoción a su maestro, a su deber y a su sangat. Cómo trabajaron sin cesar para iniciar nuevas almas, para inspirar al sangat con sus discursos, y para mejorar las instalaciones en Dera para que sirvieran al creciente número de discípulos. Cómo, a pesar de padecer graves enfermedades, continuaron con su trabajo sin pensar en sí mismos. Y somos testigos de este intenso amor y extraordinaria devoción al servicio en Baba Ji, el mismo ánimo abnegado para realizar el trabajo que se le asignó. Estos maestros son el amor hecho visible.

Además del trabajo que realizan en el plano físico –viajando, hablando, construyendo, iniciando– trabajan interiormente con cada discípulo, para ayudarnos a purificar nuestras mentes, saldar nuestras deudas kármicas y crecer espiritualmente. Esos procesos son normalmente invisibles para nosotros, pero a veces escuchamos relatos históricos o historias de la vida de otros discípulos que revelan el sutil trabajo que los maestros realizan constantemente en nuestro beneficio, y la total percepción que tienen de nuestro estado interior.

Hay una historia sobre un granjero pobre del norte de África que se convirtió en discípulo del gran místico sufí Ibn Arabí. El discípulo era muy devoto. Solía regalar todos los productos que cosechaba cada día, quedándose solo con media patata para cenar. Una vez se enteró de que un compañero estaba a punto de irse de viaje a España, donde vivía Ibn Arabí. El campesino pobre le pidió a su amigo que visitara a su maestro y le trajera de vuelta algunos consejos espirituales para él, pues sentía que no había hecho ningún progreso espiritual en muchos años.

Su amigo viajó a España y se dirigió a la ciudad donde vivía Ibn Arabí. Le contó al maestro sobre su amigo y le preguntó si tenía algún consejo espiritual para él. Ibn Arabí dijo: “Dile a tu amigo que su problema es que está demasiado apegado al mundo”.

¡¿Demasiado apegado al mundo?! Este era un hombre muy devoto que regalaba prácticamente todo lo que cosechaba todos los días. ¿Qué estaba diciendo el maestro?

Cuando el hombre regresó a su casa en el norte de África, su amigo, el granjero pobre, preguntó con entusiasmo si había tenido la oportunidad de reunirse con su maestro. El amigo le repitió al granjero exactamente lo que Ibn Arabí había dicho. El granjero rompió a llorar, diciendo: “Cada noche, cuando tengo mi media patata, deseo que fuera una patata entera”3.

Viviendo en España, Ibn Arabí comprendió la más profunda y sutil imperfección en uno de sus discípulos, que vivía lejos en el norte de África. Vio que aunque el humilde granjero regalaba casi todo físicamente, seguía aferrado mentalmente, deseando lo que había regalado. Su maestro vio el más pequeño apego que quedaba y que manchaba esta alma que era, por otra parte, pura.

El maestro lo sabe todo sobre cada uno de sus discípulos y lo que necesitan para desarrollarse espiritualmente.

Por lo tanto, estos maestros son seres extraordinarios, que viviendo en un cuerpo humano están enraizados en la divinidad y en pleno contacto con ella. Su papel es vivir entre nosotros y ser un imán que nos atraiga hacia ellos y lejos del mundo.

En Filosofía de los maestros, Maharaj Sawan Singh escribió:

Si deseas ver el amor, debes conocer a un amante [maestro verdadero]. Entonces descubrirás sus excepcionales facultades. Un amante es como una copa que rebosa del elixir de amor, y al contemplarlo se despierta el deseo de seguirlo4.

Así que esa es la primera manera de comprender la afirmación de Rumi de que el maestro es el amor hecho visible.

Un segundo significado posible de la afirmación de Rumi: “El amor es invisible, excepto aquí, en nosotros”, se centra en nosotros como discípulos. Si ahora interpretamos la palabra “nosotros” como seguidores de un sendero místico, entonces el significado es muy diferente. Pero obviamente no puede pretender que cada uno de nosotros, tal como somos, sea una expresión de amor tan verdadera como lo es el maestro.

En su lugar, quizá nos esté planteando un desafío a cada uno de nosotros. Dice que el amor es invisible, excepto dentro de nosotros. Nos dice que tenemos ese potencial dentro de nosotros: no solo para ver a Dios, sino para convertirnos en Dios.

Ese es el mensaje esencial de los maestros: a través de la iniciación por un maestro verdadero vivo, un discípulo puede superar la barrera de la mente, que actualmente le impide ver su condición real, y volverse más puro, más noble y más sutil a través de su práctica de meditación diaria, viviendo la forma de vida de Sant Mat y con la gracia del maestro. Con esa creciente pureza, el discípulo se eleva por encima del mundo físico y mental y entra en contacto directo con los planos espirituales de dentro, donde el amor es la ley.

En El amanecer de la luz, el Gran Maestro escribió: “Esta inmensa maquinaria del universo se mueve sobre el principio eterno del amor. Así que trata de armonizarte con este principio del amor”5.

Pero eso no es tan fácil, dada la forma en que estamos hechos los humanos. En Discursos de Rumi, Rumi describe nuestra condición:

Hay tres tipos de criaturas. Primero están los ángeles, que son puros [espíritu]. La adoración y el servicio y el recuerdo de Dios son su naturaleza y su alimento: lo que comen y por ello viven... Si acatan la voluntad de Dios, eso no se considera como obediencia, porque esa es su naturaleza, y no pueden hacer lo contrario.

En segundo lugar están las bestias, que son pura lujuria, no teniendo ningún [espíritu] que las modere.

Por último queda el pobre ser humano, que es un compuesto de [espíritu] y lujuria. Es mitad ángel, mitad animal... Está siempre en el tumulto y la batalla. “Aquel cuyo [espíritu] vence su lujuria es más elevado que los ángeles; aquel cuya lujuria vence a su [espíritu] es más bajo que las bestias”.

Ahora bien, algunos hombres han seguido tan fielmente a su [espíritu] que se han convertido enteramente en ángeles y en luz pura. Ellos son los profetas y los santos…

En algunos hombres la lujuria ha superado su [espíritu], por lo que han asumido completamente el rango de animales.

Algunos siguen luchando. Estos últimos son las personas que sienten dentro de sí agonía y angustia, pena y arrepentimiento; no están satisfechos con su propio modo de vida. Estos son los creyentes. Los santos les esperan para llevarlos a su propia posición y hacerlos como ellos mismos6.

Así que, somos mitad ángel y mitad animal, siempre debatiéndonos en nuestro interior, entre esos dos lados nuestros. Los sentidos nos conducen hacia el exterior; las pasiones nos arrastran hacia abajo. Y luego está ese impulso interior de lo Divino que nos eleva e inspira, diciéndonos que somos más que este cuerpo y esta mente; que el mundo que nos rodea es solo una sombra; que la realidad está justo más allá de los límites de nuestra visión.

Y así continúa. Podemos ceder a la mente y los sentidos y caer al nivel de un animal, como describió Rumi. O podemos continuar luchando contra las fuerzas descendentes y alinearnos con el impulso ascendente. El maestro garantiza que, una vez que estemos iniciados, se asegurará de que la atracción ascendente gane, a través de nuestros propios esfuerzos en la meditación y su interminable gracia, para que crezcamos espiritualmente y alcancemos el potencial que reside en cada ser humano: amar a Dios, servir a Dios, convertirse en Dios. Podemos unirnos con el amor, como dice Baba Ji. El amor será entonces visible en nuestro interior.

Un tercer posible significado de la afirmación de Rumi de nuevo plantea un desafío, pero de un modo diferente. Nos pide no solo que hagamos nuestra meditación, sino que vivamos las enseñanzas del maestro en nuestra vida diaria. Nos pide que demostremos amor en acción. Podríamos reformular la frase para que se lea: El amor es invisible, excepto aquí, en nuestro comportamiento con los demás, en cómo tratamos a la gente y en cómo reaccionamos ante quienes nos dañan o amenazan con dañarnos.

Aldous Huxley, en su libro La filosofía perenne, que explora los rasgos comunes de todas las grandes tradiciones espirituales, escribe sobre el objetivo de seguir un camino espiritual:

El objetivo es, primero, llevar a los seres humanos a un estado en el que... puedan ser conscientes de Dios de manera permanente en sí mismos y en todos los demás seres; segundo, como un medio para este fin, para afrontar todas... las circunstancias de la vida diaria [incluso las más triviales] sin odio, avaricia o ego, pero de forma coherente, con amor y comprensión7.

Esto hace visible nuestro amor. Si vivimos el sendero como el maestro quiere, la gente puede observarnos y ver que hay algo diferente en la forma en que interactuamos con los demás. Nuestro amor es visible en nuestras acciones. Esto es lo que Hazur quiso decir cuando dijo que no podemos hacer nuestra meditación diaria y luego olvidarnos de ella; tenemos que llevar el sendero a nuestro trato diario con otras personas, actuar como buenos seres humanos, y comportarnos de una manera que haga sentirse satisfecho a nuestro maestro.

Pero, ¿podemos realmente alcanzar ese alto nivel? ¿Podemos realmente cumplir con todas las circunstancias de nuestra vida sin odio, codicia o ego, de forma coherente, con amor y comprensión? Para la mayoría de nosotros, es probable que no.

En Joyas espirituales, Maharaj Sawan Singh escribió:

Es cierto, muy cierto, que Cristo vivió una vida pura y sublime. Su Sermón de la Montaña ofrece su enseñanza moral y es un faro de luz para guiar a la humanidad. La fuerza para vivir de acuerdo con esta enseñanza la obtuvo de la práctica de la Palabra, la corriente del sonido8.

El Gran Maestro dice que hasta que no tengamos un contacto sustancial con la Palabra, el Shabad, no podemos satisfacer plenamente ese alto nivel que describimos anteriormente. Todavía estaremos controlados por las pasiones.

Entonces, ¿nos damos por vencidos y decimos: “¿Actuaré como un idiota hasta que el Shabad me haya transformado?”. No, nos esforzamos al máximo para ser buenos seres humanos, como nos pide Baba Ji, tratando de contener nuestro temperamento, perdonando a los demás tanto como podamos, tratando de entender a los demás en lugar de ver las cosas solo desde nuestra perspectiva, y demás. Lo más importante es que continuemos con nuestra meditación, lo mejor posible, porque ese es el ámbito en el que la verdadera transformación tendrá lugar.

Hablando de lo que significa Dera, Maharaj Charan Singh dijo una vez: “Dera no es más que vuestro amor, vuestra armonía, vuestro afecto, vuestra comprensión y vuestra cooperación con los demás”9.

Y hablando de construir o no un centro de satsang, dijo: “Está bien, siempre y cuando puedas mantener esa atmósfera de meditación, de amor, ayuda y amabilidad”10.

¡Qué hermosa lista de atributos en esas dos declaraciones! Dejando de lado la meditación como fundamento esencial para todos los demás, enumeró el amor, la armonía, el afecto, la comprensión, la cooperación, la ayuda y la amabilidad como directrices para nuestro comportamiento mutuo. ¡Qué dulce receta para una hermosa atmósfera! Y todas ellas fluyen de nuestra práctica de meditación.

Así es como Hazur lo describió:

No debemos olvidar nuestra meditación cuando empezamos nuestras actividades mundanas a lo largo del día. Su efecto debe permanecer con nosotros. Nos llena de ciertas ideas nobles, pensamientos nobles, principios nobles, y no debemos empezar a transigir con ellos durante nuestras actividades diarias. Nuestra meditación debe reflejarse en todas nuestras actividades en la vida. Automáticamente te hace amable, te hace humilde, te hace cariñoso, te hace útil. No intentas engañar a nadie, no intentas embaucar a nadie, y no quieres hacer daño a nadie. Debe reflejarse en nuestras actividades diarias; esta es nuestra forma de vida11.

Resulta fácil comprender que debemos ser amables, cariñosos, serviciales, comprensivos y dispuestos a cooperar con nuestros amigos, familiares y compañeros de trabajo, y también con personas como comerciantes y carteros. Pero ¿qué pasa con los que tratan de hacernos daño, los que nos odian, ya sea un vecino poco amistoso, personas de un partido político o terroristas?

En el Evangelio de Mateo en la Biblia, se cita a Cristo diciendo:

Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto12.

Hazur comentó esto, al decir en Luz sobre San Mateo: “Cristo dice: ¿por qué nos ofrece una filosofía tan elevada? Porque queremos convertirnos en los hijos y los bien amados del Padre. El Padre posee todas estas cualidades, y por tanto, nosotros también tenemos que poseerlas si queremos convertirnos en sus hijos”13.

Este es otro aspecto del amor en acción.

Así que, en conclusión, hemos visto tres formas diferentes en las que el amor se hace visible: primero, en la forma de un verdadero maestro vivo; segundo, dentro de nosotros en nuestra meditación; y tercero, en nuestras acciones, cuando vivimos de acuerdo con las enseñanzas de los santos.

Ya sea visible o invisible, el amor es el núcleo de todo.

Este sendero trata del amor y solo del amor. Cualquier cosa que podamos hacer para fortalecer el amor, desarrollarlo, compartirlo, es todo para bien, aunque al final es realmente un regalo. Pero, de alguna manera, podemos ayudar a que crezca, dando. Como dijo Hazur:

En el amor siempre damos. Si exigimos algo, eso no es amor en absoluto. El amor es dar... Y cuando damos, podemos convertirnos en Dios, ¿qué más queda entonces?14.

  1. Rumi (tr. Coleman Barks), The Glance: Songs of Soul-Meeting, p. 26
  2. Biblia, Juan 1:14
  3. Sheikh Muzaffer Ozak, Love Is the Wine: Talks of a Sufi Master in America; Hohm Press, 2014, pp. 18–20
  4. Maharaj Sawan Singh, Philosophy of the Masters, Vol. II, p. 238
  5. Maharaj Sawan Singh, El amanecer de la luz, carta #4
  6. Discourses of Rumi (tr. A.J. Arberry), pp. 89–90
  7. Aldous Huxley, La filosofía perenne, p. 64
  8. Maharaj Sawan Singh, Joyas espirituales, carta 104
  9. Maharaj Charan Singh, Spiritual Perspectives, Vol. III, #143
  10. Ibíd., #170
  11. Ibíd., Vol. II, #509
  12. Biblia, Mateo 5:43–45, 48 (Reina Valera): https://www.biblegateway.com/passage/?search=Mateo+5%3A43-48&version=RVR1960
  13. Maharaj Charan Singh, Luz sobre San Mateo, p. 37
  14. Maharaj Charan Singh, Spiritual Perspectives, Vol. II, #597