Soledad espiritual - RSSB Satsangs & Composiciones

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Soledad espiritual

Hace unos doce años, salieron a la luz unas cartas extraordinarias. Fueron cartas escritas por la muy querida Madre Teresa de Calcuta, también conocida como la “santa de las alcantarillas”. Ella le escribía estas cartas a la gente que acudía a ella para “confesarse”. Estas cartas permiten una profunda comprensión de la vida espiritual de esta extraordinaria mujer.

Hay una desesperación común en sus escritos, y parece que la Teresa de estas cartas vivía en un estado de profundo y persistente dolor espiritual. Poco después de comenzar el trabajo de su vida, sintió que algo en su relación con Dios se había alterado repentinamente. Leemos, en más de cuarenta cartas que abarcan un período de 50 años, que ella experimentó aridez, oscuridad, soledad, e incluso tortura mental. Compara esta experiencia con el infierno y, en un momento dado, dice que le condujo a dudar de la existencia del cielo e incluso de Dios. Durante la mayor parte de sus 50 años de servicio a él, leemos cómo fue incapaz de aceptar lo que consideraba una grave deficiencia de espiritualidad en su interior.

Leer sobre su lucha espiritual es especialmente triste, a la luz de su devoción a Dios y el dedicado servicio que prestó a la humanidad en su nombre. Sin embargo, su experiencia es relativamente conocida, una que afecta a muchos devotos o discípulos en el viaje espiritual. Tanto si la experiencia es breve y nos conmueve solo un poco, como si es mucho más profunda e intensa, como en el caso de algunos de los santos y místicos sobre los que leemos. Sin embargo, nos afecta en un sentido u otro. A veces, con esta experiencia, sentimos un ligero contacto y a veces es una experiencia devastadora e inconsolable de dolor y soledad interior, como en el caso de Teresa.

Han sido muchos los nombres que se han usado para describir esta etapa característica en el crecimiento de los devotos espirituales, tales como “soledad espiritual”, “oscuridad espiritual” y, en casos extremos de santos y místicos europeos, también es conocido como “la noche oscura del alma”. Según los santos y místicos, este tipo de experiencia puede suceder en cualquier momento y puede durar bastante tiempo. Su duración e impacto espiritual depende enteramente de la voluntad del Señor y de lo que él necesita que se cumpla en la vida de esa persona.

Tales discípulos, como consecuencia de su pena y soledad interior, vuelven a esforzarse conscientemente por la luz y el amor divino de Dios. Por lo tanto, podemos decir que es esta experiencia de soledad espiritual la que inevitablemente se convierte en el catalizador o punto de inflexión para el progreso espiritual, porque esta lucha también crea dentro de nosotros tal deseo y anhelo por el Señor que automáticamente nos acercamos a él. Sin embargo, al pasar por este tipo de experiencia, ya sea extrema o no, al principio el discípulo suele ser incapaz de entender por qué sucede y, por lo tanto, permanece atrapado en la miseria de una soledad abrumadora.

Ahora es cuando el amable consejo del místico Hafiz es tan valioso, porque dice:

No renuncies a tu soledad tan rápidamente.
Deja que corte más profundamente.
Deja que fermente y te sazone
  como muy pocos ingredientes humanos o incluso divinos pueden hacerlo1.

Hafiz nos aconseja que adoptemos un enfoque inusual de nuestra experiencia; uno de positividad. En lugar de verlo como una especie de castigo de Dios, debemos aceptarlo y permitir que “fermente y nos sazone” de tal manera que cuanto más profundo penetre y corte tanto mental como emocionalmente, más profunda será la experiencia. Según Hafiz, no hay nada en esta tierra, humano o espiritual, que tenga la capacidad de inspirar en nosotros esa clase de amor, deseo y anhelo por el Señor. Hafiz entonces comparte algo muy especial de su propia experiencia personal:

Algo ausente en mi corazón esta noche
  ha hecho que mis ojos sean más suaves, mi voz más tierna
  y mi necesidad de Dios absolutamente evidente.

Aquí se ha dado cuenta, a través de esta experiencia, de su necesidad absoluta del Señor, que ahora ha inspirado en él un anhelo y un deseo de tal profundidad que en el momento en que piensa en Dios sus ojos se suavizan; y cuando habla, su voz se vuelve tierna. Hafiz tuvo la suerte de reconocer y aceptar lo que le estaba sucediendo en ese momento, abrazando así esa última experiencia de amor y anhelo por el Señor, por su maestro.

Tristemente, luchamos para poder ver con esa misma claridad, porque el velo de la ilusión nubla nuestra mente, y así sufrimos en esa soledad, esa ignorancia, y nos cuesta ver lo bueno en nuestra situación. Sin embargo, aquí Hafiz dice una vez más algo que es impresionante. Dice:

Ojalá pudiera mostrarte,
  cuando estás solo o en la oscuridad,
  la asombrosa luz de tu propio ser
  por encima de los ojos2.

Estas palabras son profundas, porque este es el deseo de todos los maestros verdaderos vivos: mostrarnos la luz resplandeciente o “asombrosa” que está constantemente brillando en el centro de los ojos, precisamente cuando nos sentimos tan desdichados, tan agotados, y tan hondamente poco espirituales. Los santos y místicos a través de sus enseñanzas nos aseguran que esta luz siempre está ahí, siempre ha estado ahí y siempre seguirá estando ahí. Nos recuerdan que a través de la práctica de nuestra meditación diaria –simran, dhyan y bhajan– con el tiempo llegaremos a descubrir esta asombrosa luz dentro de nosotros mismos en el centro del ojo, ese lugar sagrado de los santos donde contactamos con el Shabad o la corriente audible de la vida, que libera nuestra alma de su esclavitud de la mente y los sentidos, librándola así para que se reúna con el Señor.

Ahora bien, sabemos principalmente por las enseñanzas de los santos y místicos, que pasar por un período de soledad espiritual impulsa el progreso interior. Según Hazur Maharaj Ji, también puede haber ciertos factores que desencadenen esta repentina experiencia.

Señala cuatro posibilidades:

  • A veces aparece una fuerte capa de karma
  • A veces entra el ego en nuestra mente
  • A veces entran los apegos en nuestras mentes
  • A veces nuestras mentes son atraídas hacia los sentidos3.

Su consejo en tales casos es que continuemos practicando nuestra meditación, porque “si la gracia existía antes, volverá otra vez”4. Luego Hazur habla de lo que él llama “otro factor extra escondido”. Nos dice que “hay un placer oculto en el dolor”. Continúa explicando lo que quiere decir dando un ejemplo de las enseñanzas de Cristo. Jesús dijo:

Cuando una mujer va a dar a luz siente fuertes dolores puesto que le ha llegado su hora: pero tan pronto como nace el niño no se acuerda más de la angustia, por el gozo de haber traído al mundo un nuevo ser humano. Igual pasa contigo: ahora es tu momento de dolor, pero te veré de nuevo y tu corazón se regocijará y nadie podrá arrancarte tu gozo5.

Hazur explica cómo esto se aplica a nosotros en Muere para vivir:

Si una mujer teme a los dolores del parto, nunca sentirá el placer de dar a luz, ya que el dolor conlleva el placer. Para recibir el placer de ser madre, antes deberá sufrir el dolor del parto. Y lo mismo ocurre con nosotros. Hemos de pasar por la agonía de la separación del Padre antes de alcanzar la felicidad de la unión6.

Una vez le preguntaron a Hazur:

¿Toda alma tiene que pasar a través de un período de anhelo intenso antes de que alcance al Padre?

Y una vez más Hazur responde:

No es una cuestión de estar obligados: es un sentimiento que siempre esta ahí. El alma esta constantemente anhelando volver a su propia fuente, al Padre. Pero no somos conscientes de ese anhelo debido a nuestra carga de karmas y a nuestra tendencia hacia los sentidos7.

Hazur Maharaj Ji señaló que solo por la gracia del Señor somos capaces de lograr cualquier cosa en este camino. De lo contrario, nuestros karmas nos mantienen alejados. Nos dijo:

Nada puede suceder sin la gracia. Solo por su gracia conseguimos una cierta atmósfera en la que podemos elevarnos. Y sin su gracia, nunca sabríamos que el Señor existe8.

Siempre hablamos de la gracia, y siempre le pedimos al maestro que “derrame su gracia sobre nosotros”, pero ¿realmente entendemos qué es lo que estamos pidiendo? Y más importante, ¿reconocemos su gracia cuando la recibimos? La mayoría de las veces, la gracia llega en formas que no esperamos, o que ni siquiera estamos dispuestos a reconocer, porque a menudo la gracia que recibimos puede ser dolorosa y aparentemente difícil de soportar.

El filósofo Paul Brunton dijo:

La gracia no sigue necesariamente las pautas marcadas por las expectativas humanas, la oración o el deseo. La gracia necesita una mente preparada para recibirla, una vida autocontrolada para aceptarla, un corazón anhelante para atraerla. Es la gracia la que inspira nuestros mejores actos, y la que nos permite realizarlos. ...La gracia es la medicina que nos permite dominar nuestro ego y disfrutar de los placeres y las delicias del progreso espiritual. La gracia de Dios no hace distinción entre personas o lugares. Llega al corazón que más la desea, ya sea en el cuerpo de un rey o de un plebeyo, un hombre de acción o un recluso9.

Así que incluso esos tormentos de soledad o la percepción de la separación es la gracia del maestro, pero para identificarla bajo esa luz, necesitamos, como Hafiz, una mente preparada para recibirla y un corazón anhelante para atraerla.

El impacto y el doloroso sentimiento de separación puede que no sea lo que esperábamos que nos ocurriera en el viaje espiritual, ni tampoco la forma preferida en la que nos gustaría que el maestro “derramase su gracia sobre nosotros”, pero con el tiempo y en retrospectiva, veremos las cosas con mayor claridad. Y estaremos agradecidos por esta experiencia, porque es, por decir algo, una lección de humildad que nos hace arrodillarnos ante él. Esta es una parte necesaria en nuestro desarrollo espiritual porque nos hemos acostumbrado a pensar que nuestra espiritualidad gira en torno a nuestra meditación, a nuestro amor por el maestro, a nuestros esfuerzos y a nuestro anhelo por él, que todo tiene que ver con “nosotros mismos” y no con la gracia del maestro.

Pero el hecho es que para poder meditar, amar al maestro y anhelarlo, el propio Señor tendría que haber puesto algo en lo más profundo de nosotros capaz de desencadenar estas respuestas y crear la atracción del amor, el anhelo y el deseo de volver a casa otra vez.

Hazur Maharaj Ji explica:

¿Quién es el que nos hace anhelar? No se trata de nuestra meditación. Es el Padre mismo. Nos desarraiga de aquí y nos lleva hasta su propio nivel. Nosotros no hacemos prácticamente nada. Puedes considerar que es mérito tuyo el sentarte durante dos o tres horas, pero hay algo que te hace sentarte. No eres tú. Si por ti fuera no te sentarías ni siquiera cinco minutos. Así que si ves esto desde un punto de vista más elevado, es definitivamente el Padre quien nos está atrayendo hasta su propio nivel. Y no se trata de nuestros esfuerzos en absoluto10.

El Señor obra de manera misteriosa, y de lo que no nos damos cuenta es que cada vez que pensamos en nuestra pobre meditación, nuestra falta de alegría espiritual en el sendero, o nuestra falta de amor por el maestro, ya estamos viviendo en estado de gracia, porque nuestros pensamientos se dirigen hacia esa carencia, lo que a su vez nos hace anhelar experimentar estas cosas, lo que a su vez nos hace pensar en él.

El Señor es omnisciente y trabaja de maneras que no podremos asimilar hasta que elija el momento concreto de nuestras vidas para iluminarnos. Pero su razón fundamental es siempre acercarnos a él, romper esas barreras de la mente y de la ilusión, y llevarnos a casa de nuevo.

Para repetir lo que Hafiz nos dice:

Ojalá pudiera mostrarte,
  cuando estás solo o en la oscuridad,
  la asombrosa luz de tu propio ser
  por encima de los ojos.

Aquí Hafiz nos asegura que aunque las cosas parezcan sombrías y a veces desesperanzadoras, la luz de nuestra alma, que nunca se ha apagado, sigue brillando en el centro del ojo, oscurecida únicamente por las capas de nuestros karmas.

Así que si somos capaces de recordar estas palabras de Hafiz y luego nos aferramos a esa visión de nuestra alma resplandeciendo en toda su perfección, descubriremos que hay un faro de luz brillando en la oscuridad que circunda nuestras vidas, permitiéndonos vislumbrar a través de nuestras sombras kármicas la gloria de lo que está por venir. Y es en ese breve atisbo cuando llegamos a comprender perfectamente lo que necesitamos reconocer, que es, una vez más y para finalizar, en palabras de Hafiz:

Mi necesidad de Dios es absolutamente evidente.


  1. The Subject Tonight is Love: 60 Wild and Sweet Poems of Hafiz, tr. Daniel Ladinsky
  2. The Gift, Poems by Hafiz, tr. Daniel Ladinsky
  3. Muere para vivir, # 321
  4. Ibid
  5. Biblia, Juan 16:21–22 [Según nota del libro Muere para vivir]
  6. Muere para vivir, # 280
  7. Muere para vivir, # 281
  8. The Master Answers, # 120
  9. Paul Brunton, The Gift of Grace: Awakening to Its Presence, Notebooks, ed. Sam Cohen; Larson Publications, 2011
  10. Muere para vivir, # 377