Volvamos a casa - RSSB Satsangs & Composiciones

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Volvamos a casa

Hoy hablaremos de las primeras estrofas de un hermoso e inspirador poema de Soami Ji Maharaj:

Volvamos a casa, amigo mío,
  ¿por qué permanecer en esta tierra extraña?
Ocúpate de tu verdadero trabajo,
  y no te enredes en los asuntos de otros.
Aférrate al Nam del gurú,
  porque el Nam es el verdadero caudal
  para tu viaje al más allá.
Los colores de este mundo se han ensuciado.
Sigue mi consejo: haz que se laven y queden limpios.
Los placeres de este mundo son efímeros,
  deséchalos uno a uno al entrar en la región de sahaj.
Refúgiate en el maestro con todo tu corazón1.

Soami Ji comienza ofreciéndonos una sorprendente invitación:

Volvamos a casa, amigo mío,
  ¿por qué permanecer en esta tierra extraña?2

El maestro invita al discípulo a regresar a su verdadero hogar espiritual. Se trata de una invitación de alguien que puede estar físicamente alejado de nosotros, pero a su vez es una invitación desde el interior de nuestro propio corazón. ¿Cómo es posible? El Shabad es tanto el maestro vivo como la esencia de nuestra propia vida. El maestro es la encarnación del Shabad y a través de él, el Shabad se transmite a todos sus discípulos. Él tiene la habilidad de conectar las almas de los buscadores con el Shabad. Ese es su seva, ofrecido voluntariamente y sin ningún motivo egoísta.

Podríamos preguntarnos, ¿por qué aceptar esa invitación? ¿No disponemos de todas las enseñanzas de los grandes santos del pasado? Sus palabras son hermosas y poderosas, sin duda, pero todas las palabras las crean las personas y las entiende el intelecto. Si las palabras escritas fuesen suficientes para la liberación espiritual, los intelectuales alcanzarían fácilmente la iluminación. El Shabad no es algo creado, ya existe, y no es entendible por medio del intelecto. Así que las escrituras no son suficientes; precisamos de un maestro vivo.

Los santos vivos no necesitan palabras; se comunican a través del Shabad. Imagina que el maestro estuviera en la ciudad sentado tranquilamente en un lugar público, y que en otro lugar, hubiese alguien leyendo las escrituras de los santos, ¿dónde elegiríamos ir? Por supuesto, querríamos sentarnos con el maestro, con la esperanza de que nuestros corazones estuviesen receptivos a su comunicación espiritual no verbal.

Necesitamos a un maestro que esté vivo y que pueda conectar nuestra alma con el Shabad en esta vida. Un maestro es alguien que es espiritualmente completo, que es dueño de sus pensamientos, emociones y comportamiento. Es alguien que ha completado su viaje y se ofrece a guiar a sus discípulos.

Ponemos al maestro en primer lugar porque él es el Shabad encarnado y el Shabad es el poder primario. ¿Por qué pondríamos el poder primario en una posición inferior? ¿Por qué pondríamos nuestra meditación en segundo lugar frente a otra cosa? Nos es posible unirnos al maestro en un viaje hacia la felicidad con confianza porque observamos su paz mental, su actitud positiva y su generoso seva. Cada día decidimos si es digno de nuestra devoción.

Entendemos que el maestro vivo envía esta invitación, pero ¿quién la recibe? Nuestra alma, que ha estado dormida durante vidas, la está recibiendo. Cuando sentimos por primera vez la invitación del maestro, quizá nos sorprendamos, pero estas invitaciones no son nuevas ni confinadas a ningún lugar. Los maestros han estado contactando con los buscadores desde siempre. En el Oriente medio, hace más de 2000 años, un místico señaló:

La Voz de la Vida llama;
  y el oído de los elegidos la oyen3.

Cuando estamos buscando, de repente nos interesamos en el maestro. No sabemos por qué. Tal vez el mero hecho de ver una fotografía del maestro o de oír una frase pronunciada en un discurso nos estimula a saber más. Puede que queramos ir a un satsang o viajar para ver al maestro en persona. Puede que nuestros amigos y familiares no lo entiendan y no seamos capaces de explicar lo que nos pasa. Pero, para nosotros, ese tirón o invitación es algo grande y queremos aceptarlo.

Soami Ji dijo, ¿por qué quedarse en esta tierra extraña? El maestro nos invita a casa porque estamos viviendo en una tierra extraña e inhóspita, y él es un sevadar compasivo, un dador humilde. Él sabe que tenemos distintos tipos de miseria, preocupaciones y tensiones. Queremos escapar.

Y, sin embargo, a veces podemos pensar que las palabras del maestro son exageradas. Este mundo no es realmente un lugar extraño. Seguro que podemos encontrar la manera de ser felices y libres. ¿De verdad? Así no es como se debería sentir un hogar. Si este fuera realmente nuestro hogar, ¿no estaríamos relajados, despreocupados y en paz? Pero no es el caso. Las tragedias pueden ocurrir cualquier día, sin preaviso. Nos preocupamos por cosas grandes y pequeñas. Nos alteramos por cómo nos trata la gente y por nuestra reputación. No somos felices y nuestro maestro lo sabe. Gurú Ravidas escribió:

Mi mente no permanece fija;
  hace millones de trucos
  y corre aquí para allá por el mundo4.

De hecho, hemos creado un falso yo, que utilizamos para triunfar en esta tierra ajena. Queremos que los demás nos acepten y nos quieran, ya sean amigos o extraños. Cambiamos quienes somos, todo el tiempo. En el trabajo, actuamos de una manera tratando de vender un producto y de otra durante el descanso para comer. Actuamos de una manera con nuestra familia y de otra durante el fin de semana de satsang. Cambiamos todo el tiempo tratando de encajar con las costumbres de este mundo y las expectativas que los demás tienen de nosotros. Ese yo no es real, nos lo inventamos para encajar. Sin embargo, los maestros dicen que no podemos encajar del todo: este mundo es ajeno a lo que realmente somos.

No solo el mundo exterior nos parece ajeno, sino que a veces nuestro propio comportamiento también nos parece ajeno. Planeamos hacer una cosa y terminamos haciendo otra. Planeamos visitar a un amigo, pero nunca lo hacemos. Planeamos acatar los votos a los que nos comprometimos en la iniciación, pero a veces nos quedamos cortos. Planeamos repetir nuestro simran cuando nos sentamos tranquilamente sin ninguna distracción, ¿y qué ocurre? Nuestra atención vuela inmediatamente al pasado o al futuro o a alguien que está en el piso de arriba o a alguien que está a miles de kilómetros de distancia. Así somos. Esta es la condición humana. Necesitamos el refugio que nos ofrece el maestro, tal como lo describe Gurú Ravidas:

Solo el conocimiento del gurú
  y la fuerza de su amor,
  eliminan sus malos pensamientos y conducta.
Entonces la mente se inmoviliza, oh Ravidas.
  Tomando refugio en el gurú5.

Las pasiones de lujuria, ira, avaricia, apego y egoísmo corren desenfrenados por este mundo, dejando dolor y destrucción a su paso, pero incluso las pasiones más destructivas las puede aliviar y eliminar el maestro. Vemos ejemplos de la forma en que los maestros tratan a las personas que se enfadan con ellos. Se muestran tranquilos y cariñosos incluso cuando se les ataca. A menudo la persona acaba rompiendo a llorar y agradecen al maestro su apoyo. El discípulo se siente escuchado, se beneficia de la positividad del maestro y adquiere una sensación de paz. La ira es una de las pasiones del mundo y requiere ser purificada; eso ocurre en presencia del maestro, ya sea en persona o durante la meditación. Con el tiempo, si somos sinceros en nuestra meditación, estas pasiones que nos agobian y minan nuestra disciplina se purificarán.

El mundo es extraño. Algunas personas no tienen dinero y otras tienen más dinero del que pueden gastar en toda su vida. Algunas personas nacen con una discapacidad invalidante, otras viven hasta los 80 años sin pisar nunca un hospital. Algunas personas se sienten desesperadamente solas, otras se ven rodeadas de multitudes.

A menudo discrepamos sobre lo que es mejor y lo que nos hace felices. Maharaj Charan Singh solía poner el ejemplo de una fábrica ruidosa por la noche. El vecino que no tiene nada que ver con la fábrica está molesto porque no puede dormir. El dueño, que también lo oye, está encantado de que las máquinas funcionen y se duerme con una sonrisa en la cara.

Luego, para colmo, podemos morir cualquier día. Hazur solía explicar que cuando bajamos de un autobús, ni siquiera podemos estar seguros de si estaremos vivos cuando nuestro pie toque la acera. El mundo es así de impredecible. ¿Qué clase de mundo es este? En consecuencia, Soami Ji sugiere que nos preparemos para nuestro viaje al más allá:

Ocúpate de tu verdadero trabajo,
  no te enredes en los asuntos de otros.
Aférrate al Nam del gurú,
  porque el Nam es el verdadero caudal para tu viaje al más allá6.

Nuestro verdadero trabajo es la meditación. Es positivo y duradero. Como dijo Hazur: “Si deseamos desapegarnos de los lazos familiares, de los asuntos mundanos y de las apetencias de nuestros sentidos, entonces debemos buscar un maestro perfecto, frecuentar su compañía y buscar refugio en él”7.

Nuestras familias y amigos, a quienes tanto queremos, no pueden conectar nuestra alma al Shabad. Nuestro verdadero trabajo es apartar la atención de los “asuntos ajenos” y ponerla en el simran. Nuestra mente puede estar en el simran dondequiera que estemos, sin importar lo que estemos haciendo. Podemos permanecer en el refugio que el maestro nos proporciona dentro de nuestro cuerpo, en el tercer ojo. Es un gran reto para la mayoría de nosotros.

Los propios maestros tienen trabajos y familias. Podemos estar seguros de que tienen a mucha gente intentando llamar su atención, pero son un buen ejemplo para nosotros de cómo vivir en el mundo cumpliendo con nuestros votos espirituales. Tenemos que meditar y cumplir con nuestras obligaciones, sin estar apegados. Es una vida muy difícil de llevar, pero podemos esforzarnos al máximo.

Somos responsables de nuestros mayores e hijos cuando están indefensos. A los 3 años, una hija depende de su madre, no puede vivir sin ella; 40 o 50 años más tarde, su madre depende de su hija y no puede vivir sin ella. Estamos en un círculo de vida, pero ese no es nuestro verdadero trabajo, porque esas relaciones terminan con la muerte. ¿Quién se reunirá con nosotros cuando muramos? Nuestro maestro, porque él está fundido con el Shabad eterno.

Nuestro verdadero trabajo es fijar nuestra atención en el simran. La mente puede estar en el simran dondequiera que vayamos, sin importar lo que estemos haciendo. Entonces podremos cumplir con nuestras obligaciones familiares y disfrutar de nuestras amistades. La meditación puede ayudarnos a amar a los demás sin perder el equilibrio. El maestro nos muestra que una actitud de seva siempre es posible. Soami Ji dice:

Los placeres de este mundo son efímeros,
  deséchalos uno a uno, al entrar en la etapa de sahaj.
Refúgiate en el maestro con todo tu corazón8.

Nos refugiamos en el maestro concentrándonos en el simran y el bhajan. Nos refugiamos en nuestro maestro porque el Shabad ha creado todo y el Shabad dura para siempre.


  1. Soami Ji, Sar Bachan Poesía, p. 116
  2. Ibíd
  3. Treasure of Mystic Terms, Parte 1, Vol 3, p. 66
  4. Guru Ravidas: La piedra filosofal, p. 155
  5. Ibíd
  6. Sar Bachan Poesía, p. 116
  7. Discursos espirituales II, p. 306
  8. Sar Bachan Poesía, p. 116