La prisión invisible - Vida Honesta

La Prisión Invisible

¿Quién manda?

Desde nuestra primera infancia, se nos incita a pensar en nosotros mismos como individuos únicos y a desarrollar nuestra individualidad. Desde el punto de vista espiritual esto es una ilusión. Está reforzada por la actual mentalidad mundana que pone de relieve los derechos individuales y la libertad personal. Cuando pensamos en nosotros de esta manera, no caemos en la cuenta de que estamos viendo simplemente nuestra separada realidad de cuerpo y mente, e ignorando nuestra realidad espiritual común. Al recalcar nuestras diferencias y nuestra separatividad e ignorar lo que es común, estamos asumiendo que somos seres físicos en lugar de seres espirituales.

Hablamos de libertad y realización personal; pero debido a que nuestros conocimientos están limitados a lo material, no vemos que a la luz de la ley de karma no tenemos libertad en absoluto. Desde un punto de vista superior, estamos simplemente soportando las reacciones de nuestras obras anteriores, pagando las deudas que debíamos. Quienes somos, o mejor dicho, quienes pensamos que somos, está modelado por los créditos y débitos en que hemos incurrido en vidas anteriores. Haríamos bien en reflexionar acerca de cuántos aspectos clave hay en nuestra vida sobre los cuales no hemos tenido control. Nuestros padres, cuándo y dónde hemos nacido, nuestro código genético particular, y nuestra primera educación, todo es parte del condicionamiento que ha hecho de nosotros lo que somos hoy. Cuando tanto de lo que somos ahora ha sucedido fuera de nuestro control, ¿no es una insensatez el pensar que somos libres?

Al llegar a entender el principio kármico, comenzamos a percatarnos de cuán pequeña libertad tenemos realmente. Es nuestra mente, condicionada por antiguas impresiones, la que manda. En consecuencia, nuestra tarea es la de librarnos de esta manera de vivir como esclavos de la mente. Para conseguir esto, debemos empezar por acordarnos de que toda acción y todo pensamiento se graban en nuestra conciencia. Cada uno de ellos permanecerá con nosotros e influirá sobre nosotros hasta que halle plena compensación en algún tiempo futuro. A lo largo de muchas vidas, estas impresiones han construido alrededor de nuestras almas unos muros tan espesos que no podemos oír la vivificante música del Verbo (o Shabad); y es nuestra experiencia consciente del Shabad lo que nos pondrá en contacto con lo que en verdad somos. Mientras no acudamos al espíritu dentro de nosotros, permaneceremos atrapados por la ignorancia. Las imágenes usadas frecuentemente en las escrituras para expresar nuestra desvalida situación, son: cárcel, red, atadura, trampa. En la Biblia leemos:

Al malvado lo atrapan sus malas obras;
  las cuerdas de su pecado lo aprisionan.
Proverbios6

Como no podemos deshacernos de esta carga de “pecado” en una sola vida, la llevamos a través del umbral de la muerte física de una a otra vida. Si no tenemos cuidado, mientras estamos saldando nuestro destino presente crearemos nuevas deudas para vidas futuras. Dadu Sahib, un místico hindú de Rajastán del siglo dieciséis, dice:

¡Temed, oh, temed al Señor!
Aun cuando otorga en abundancia,
  busca una cuenta,
  así que guardaos del mal.
Sean verdaderos todos vuestros tratos,
  creed únicamente en la verdad.
No acariciéis a la falsedad,
  si queréis evitar el veneno.
Dadu Sahib7

Por la misma naturaleza de la creación, nuestra cautividad se perpetúa por sí misma, ya que nosotros mismos estamos constantemente construyendo muros para nuestra prisión. Ignorando sus verdaderas consecuencias, hacemos pocos esfuerzos para controlar nuestros pensamientos y acciones. Y si somos deshonestos, complicamos nuestro problema incurriendo en deudas más pesadas.

Para librarnos de esta trampa, no solo debemos “guardarnos del mal”, sino que también debemos trabajar para cultivar cualidades positivas. Las cualidades positivas nos capacitan para pensar positivamente; esas cualidades fortalecen nuestra mente para actuar de acuerdo con nuestro interés a lo largo plazo, y nos recuerdan que no somos precisamente personalidades separadas, sino parte de esa realidad positiva que es Dios. La meditación es el único procedimiento seguro que tenemos para escapar; pero, en tanto la mente siga tomando sus mensajes únicamente del mundo exterior, estaremos siempre anulando los beneficios de toda práctica espiritual al incurrir en nuevas deudas.

Fortalecer la mente y liberar el alma

Hay dos medidas que podemos tomar para contribuir a que el Verbo de nuestro interior se convierta en la fuerza dominante en nuestras vidas. Cada una depende de la otra para tener éxito. La primera, vivir honestamente, ayuda a prevenir que nuestras deudas aumenten, de modo que podamos dejar de reconstruir nuestra cárcel. La segunda, la meditación, edifica sobre los firmes cimientos de una vida disciplinada, concentra la mente, y la enfoca fuera de la creación material. Nos libera de modo que nuestras facultades espirituales puedan comenzar a funcionar. Una vez que estas diferentes facultades se pongan a punto, experimentaremos al Verbo que reverbera dentro de nosotros, y nuestro contacto con el Verbo (o Shabad) traerá la verdadera libertad y la armonía interna que buscamos.

Estas dos medidas son interdependientes ya que para concentrar la mente se necesita un elevado grado de autodominio y una atmósfera de tranquilidad y paz. Si por medio de la meditación vamos a expandir nuestra conciencia más allá del reino físico, entonces hemos de concentrar toda nuestra atención hacia el reino inmaterial. La mente es una, y a nosotros nos corresponde elegir: puede ser dirigida, bien hacia fuera, a la creación, bien hacia dentro, donde podemos experimentar el espíritu.

¿Cuántas veces decimos u oímos decir a otros: “Me gustaría hacerlo, pero simplemente no tengo la fuerza de voluntad?”. ¿Quiénes son esos dos ‘yoes’ que se contradicen? ¡Deseamos hacer algo, pero no podemos hacer lo que deseamos! El yo ansioso es la mente impulsada por su constante hambre de satisfacciones, que toma el control y nos dirige adonde quiere. Somos criaturas de hábitos, y nuestra mente, acosada por los sentidos, tiene el hábito de correr en la dirección más fácil. Fuera, en la creación, y buscando placeres, quedamos presos de nuestras obsesiones. Puesto que el mundo material está cambiando permanentemente, de igual modo también nuestra mente no cesa de cambiar su foco de atención, y nos encontramos divididos, inquietos y fuera de control.

Para ir adonde queremos ir, hemos de transformar la mente. Hemos de crear nuevos hábitos que marginen al yo que nos conduce al mundo exterior. Esforzándonos por vivir honestamente, desarrollamos cualidades que robustecen nuestra fuerza de voluntad y nuestra capacidad para hacer frente a nuestras debilidades. Desarrollamos las cualidades positivas del contento, la compasión, la pureza, el desapego y la humildad, y estas, a su vez, apoyan más nuestros esfuerzos para elegir la vida interior.

Recordando que habremos de responder por todo lo que hagamos, nos ayudaremos a fortalecer el yo espiritual. Si obramos mal pensando que podremos librarnos de sus consecuencias, estamos apoyando al yo ansioso. Entonces por mucho que intentemos meditar, no lograremos nuestro objetivo. Si nos proponemos hacer realidad el Verbo (el Shabad) sin frenar nuestras tendencias negativas, estamos intentando conseguir lo imposible: movernos al mismo tiempo en dos direcciones opuestas:

Nadie puede servir a dos señores:
Pues aborrecerá a uno
  y amará al otro;
O bien se entregará a uno
  y despreciará al otro.
No podéis servir a Dios y al dinero.
Evangelio de Mateo8

Debemos ser claros acerca de nuestras prioridades. Por los santos y maestros espirituales sabemos que solo cuando oigamos el Verbo dentro de nosotros serán liquidadas las impresiones de las acciones que se hallen más allá de nuestro destino presente. Únicamente por medio del Verbo puede ser cancelada nuestra cuenta con la vida. Si tenemos claro que nuestra meta es la realización espiritual, entonces lo primero que debemos hacer es apoyar a nuestro ser espiritual.

Ignorancia: la prisión de nuestra alma

En tanto nuestros sentidos dominen nuestra manera de pensar, seguiremos ignorando cuál es el verdadero orden de la creación. Mientras no estemos en contacto consciente con el Verbo, estaremos limitados por nuestra mentalidad física, y nuestro entendimiento seguirá distorsionado. Como dijo Jesús:

¡Oh vosotros, hombres de poca fe!
Buscad primero el reino de Dios y su justicia,
  y todas esas cosas se os darán por añadidura.
Evangelio de Mateo9

Careciendo de ciencia espiritual, nos identificamos con lo físico, y damos prioridad a objetivos materiales, tangibles. Si tuviésemos auténtica fe en lo que decimos (que nuestra realidad es eterna, y que en esta vida estamos simplemente pasando por nuestro destino), nos someteríamos a la voluntad divina. Pero nuestra fe es frágil y nuestros conocimientos son incompletos, porque aún no estamos en contacto con lo que en verdad somos. En las escrituras budistas se dice:

El necio está inquieto pensando:
  “Estos hijos me pertenecen”,
  “esta riqueza me pertenece”.
Cuando él mismo no se pertenece a sí mismo,
  ¿cómo, entonces, pueden ser suyos sus hijos?
¿Cómo puede ser suya la riqueza?
Dhammapada10

Nosotros no nos ‘pertenecemos’ a nosotros mismos porque aún no hemos tenido experiencia de lo que en verdad somos. Momento a momento luchamos por modelar nuestro destino sobre la base de caprichos intelectuales o sensuales. Nuestros puntos de referencia son nuestro contexto social, religioso y cultural, y la mentalidad de nuestro tiempo. Para complicar aún más las cosas, no reconocemos límites para nuestras acciones, impulsados como estamos por los prejuicios y pasiones que surgen de nuestro condicionamiento. Nos olvidamos de que nuestro destino para esta vida ya está fijado, por lo que debemos saldar una parte específica de nuestra cuenta. Nos olvidamos de que, como está escrito en la Biblia, nuestros mismos cabellos, nuestras mismas respiraciones, están contados.11 Esta ignorancia puede luego conducirnos a la desdichada situación descrita por Baba Jaimal Singh en una de sus cartas al Maestro Sawan Singh:

La persona que, en lugar de sus propias ganancias lícitas, cree mejor vivir fraudulentamente del trabajo honrado de otros, no ha comprendido que lo dado por Dios está expresamente destinado a sus necesidades... A medida que va adquiriendo nombre y fama, el hombre va usando crecientemente fuerza o fraude para usurpar los derechos de aquellos menores o más bajos que él, mientras acumula su propia riqueza, o la gasta inútilmente, o realiza otras obras malas. Tal persona tiene que pagar posteriormente a aquellos de quienes ha tomado; y lo paga tomando nacimiento repetidamente: convirtiéndose en animal (vaca, burro, etc.), una y otra vez. Así pues, entiende, hijo mío, que aparte de tus ganancias lícitas, nunca has de usar lo que pertenezca a otros. Este es el primer peldaño de la escalera espiritual. Incluso si uno es rey de todo el mundo, aun así uno ha de comer únicamente del legítimo fruto de su propio trabajo.
Baba Jaimal Singh12

Podríamos reflexionar acerca de que entre todas las criaturas, únicamente los seres humanos toman de la vida lo que no necesitan. Todas las demás criaturas funcionan por instinto, y solo toman lo que necesitan para mantener su existencia. Únicamente los seres humanos (usando para fines equivocados la singular facultad para distinguir entre el bien y el mal), experimentan pasiones que no conocen límites. ¡Cuán pocos de nosotros estamos contentos con lo que necesitamos en la vida, antes que con lo que deseamos! Dos guías espirituales (uno hablando en el contexto del cristianismo griego de hace más de cinco siglos, y el otro hablando desde la India actual), aconsejan al discípulo en términos casi idénticos:

Debemos pues, mantenernos dentro de los límites impuestos por nuestras necesidades básicas, y hacer todo lo que podamos para no rebasarlos. Porque una vez que en nuestro deseo de los placeres de esta vida, nos dejamos llevar un poco más allá de estos límites, ya no hay ningún criterio para frenar el movimiento hacia adelante, pues no se pueden establecer límites a lo que excede de lo necesario.
Filocalia13
Siempre se ha de vivir dentro de los medios de uno. Procura reajustar tu presupuesto y reducir tus necesidades. No puede haber fin para los deseos de una persona. Se pueden incrementar los deseos de uno tanto como se quiera, y uno puede también reducirlos al mínimo. La persona más rica es la que no tiene ningún deseo.
Maestro Charan Singh14

Fácilmente embaucados por lo superficial de la vida, quedamos superimplicados y presos por nuestras acciones, mientras permanecemos ciegos a sus inevitables efectos. Influenciados por otros y por la centelleante apariencia de lo que vemos, nos ponemos a codiciar lo que posee el prójimo. El místico del siglo doce, Sheikh Farid, nos previene contra la codicia. En efecto, es en nuestro verdadero interés guardarnos de querer algo que pertenezca a los demás. Nuestro interés está en cultivar la virtud opuesta, ‘la del contento’, de manera que no caigamos en la tentación de ambicionar y conseguir lo que no es nuestro.

Gozad de vuestra comida seca y sencilla ...
  No os dejéis seducir por el pan del otro.
Sheikh Farid15

Y Guru Arjan, el quinto Guru sij, nos aconseja:

Y pones tu mano en cosas que pertenecen a otro,
  pero dentro el Señor sabe y oye todo.
Perdido en la codicia de cosas mundanas,
  caes en el abismo del infierno,
  ignorante de lo que está preparado
  para ti en el más allá.
Guru Arjan Dev16

Solo con que viésemos las consecuencias a largo plazo de nuestros deseos cuando estamos a punto de satisfacerlos, casi con toda seguridad cambiaríamos de propósito. Pero esto, al parecer, forma parte del juego de la creación: que no tengamos ningún medio de ver cómo ambas, la mente y el alma, tendrán que volver repetidamente a la creación, al “abismo del infierno”, para cosechar el fruto de las semillas que ahora estamos sembrando. Incluso dentro de la duración de nuestra vida, ¡cuántas veces no somos testigos de cómo las actividades mundanas y la búsqueda del éxito aprisionan a la gente con las cadenas de sus propios sueños! Debido a nuestra ignorancia, los santos nos aconsejan que vigilemos nuestros deseos y ambiciones e intentemos prever adónde nos pueden conducir. En este contexto, tenemos los prudentes consejos del moralista Baltasar Gracián, que dice en el siglo diecisiete:

Los hombres movidos por la ambición, con frecuencia triunfan exteriormente pero fracasan interiormente. Sus medios externos se multiplican a costa de su energía espiritual. No obstante, siguen ciegamente hacia delante con escasa consideración de que un feliz ocio vale más que trabajar con ambición, pues no nos pertenece nada excepto el tiempo. La preciosa existencia es despilfarrada en estúpidos trabajos penosos. El exceso de trabajo es la madre de la avaricia y el sustituto del aburrimiento. Una vez atrapados, el escape viene solo con el lento colapso de las funciones corporales. ¡Así que no te dejes aplastar bajo el peso del éxito, y no te dejes oprimir por la envidia! Obrar así es pisotear la vida y sofocar el espíritu. Goza un poco más y esfuérzate un poco menos.
Baltasar Gracián17

Debido a que nuestro entendimiento es limitado, dejamos que la avaricia, la ambición o la inseguridad determinen nuestras acciones diarias. Si hemos de rectificar los efectos negativos de nuestra ignorancia, por lo menos asegurémonos de que nuestras acciones de hoy reflejan nuestros objetivos a largo plazo. Para recoger una cosecha dulce, tenemos que sembrar ahora las semillas de frutos dulces, no amargos.

Nuestros pensamientos y obras: los muros de la prisión

Si miramos más profundamente el funcionamiento de la ley del karma, comenzamos a ver que una razón por la cual persistimos en hacer lo que hacemos, es porque no experimentamos inmediatamente las repercusiones de nuestras obras. Se debe precisamente a nuestra ignorancia que terminemos en esa trampa. Si pudiésemos ver los resultados de nuestros pensamientos y obras, ¿les permitiríamos alguna vez que nos llevasen al sufrimiento? Si ponemos la mano en el fuego, inmediatamente experimentamos dolor, por lo que no repetimos la acción. ¡Pero imaginemos por un momento lo que sucedería si no funcionasen nuestros nervios! Podríamos dejar nuestra mano en el fuego; incluso podríamos seguir haciéndolo hasta que nuestra mano se consumiera. Esto sucede en el plano físico, pero es lo mismo en el nivel espiritual. Nuestros nervios espirituales se han anestesiado hasta el extremo de que no comprendemos adónde nos llevan nuestros pensamientos y obras. Nos olvidamos de que aun cuando las ruedas de la ley muelan lentamente, muelen extremadamente fino. En las escrituras budistas leemos:

Mientras una mala obra no produzca fruto,
  el necio piensa que es semejante a la miel;
Pero cuando produce fruto, entonces el necio se aflige.
Una mala obra, como la leche recientemente
  ordeñada, no se agria;
Pero, encendida como fuego cubierto con ceniza,
  sigue al necio.
Dhammapada18

Se cuenta una anécdota de la India de Dhritarashtra, un sabio rey que era ciego de nacimiento. Fue bendecido con poderes espirituales, y mediante estos pudo ver sus vidas pasadas. Cierto día, le preguntó al Señor Krishna la razón de su ceguera, explicándole que había mirado retrospectivamente un centenar de vidas y no había visto ninguna acción que pudiese justificar este cruel destino. El Señor Krishna le indujo a que siguiera mirando más allá del centenar de vidas, y entonces se vio como un jovencito atormentando a una pequeña criatura con espinas que le clavaba en los ojos.

Como la fruta, todas nuestras acciones tienen su propio tiempo de maduración. Debido a nuestra limitada visión, nos resulta fácil excusar o ignorar las cosas que hacemos. Es particularmente fácil desentenderse de las pequeñas faltas de honradez, considerando que no tienen ninguna importancia. Pero los místicos nos dicen que ninguna acción es insignificante, por pequeña que sea. En el vasto panorama del tiempo, algún día tal acción será tenida en cuenta. El Maestro Jagat Singh dice:

Habrás de rendir cuentas incluso de un solo grano del campo de tu vecino que inadvertidamente se meta en tu granero.
Maestro Jagat Singh19

Esta ley no se aplica exclusivamente a nivel físico; rige en toda interacción. Sea cual fuere la naturaleza de la interacción (física, financiera, emocional o sexual), se crea un vínculo entre las partes implicadas. Sea cual fuere el dar y tomar de la situación, cualquier desajuste resultante habrá de ser rectificado. He aquí citas del místico del siglo catorce Rumi, y de la Epístola de Santiago en el Nuevo Testamento:

Guárdate de vivir a costa del público,
Para que no te afecte su sangre.
Ten a esta comida por sangre suya,
Ya que es obtenida por la fuerza.
Jalaluddin Rumi20
Mirad; el salario de los obreros que segaron vuestros campos y que no habéis pagado está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos.
Epístola de Santiago21

Sean cuales fueren las circunstancias, sea cual fuere la naturaleza de la interacción, al final todo pensamiento y toda obra se vincula a una reacción equivalente para saldar la cuenta.

Solo nosotros hemos de responder de nuestras acciones

De todo lo que pensamos y hacemos somos nosotros, y solo nosotros, los responsables. Nos engañamos a nosotros mismos si pensamos de otra manera, si pensamos que otros (nuestro empresario, los miembros de nuestra familia, o los cercanos a nosotros) participarán de la cosecha que hemos sembrado, ni aun cuando haya sido por amor a ellos.

Se cuenta una historieta de una persona que acudió a un santo pidiendo la iniciación en los secretos de la iluminación espiritual. El místico le preguntó cómo se ganaba la vida.

“Robando”, contestó.
Luego el místico inquirió: “¿Por qué haces eso?”.
El hombre respondió: “Porque no estoy preparado para hacer ninguna otra cosa, y tengo que mantenerme a mí mismo y a mi familia”.
“¿Te ayudarán compartiendo tu castigo si te atrapan?”, dijo el santo.
“Por supuesto”, replicó el hombre. Pero el santo le dijo que fuese a casa a preguntarles.
Así que fue a casa y le preguntó a su familia: “Si el rey me detiene y me castiga, ¿compartiréis mi destino?”.
“De ningún modo”, respondieron todos ellos. “Ese es tu problema. Si eliges mantenernos de esta manera, la culpa es tuya, no nuestra”.

¿No es irónico que sacrifiquemos nuestra integridad con el fin de obtener riqueza o poder para otros, y que ellos, cuando llegue el día de rendir cuentas, no compartan nuestro destino?

Las siguientes palabras de Emerson nos recuerdan una vez más los peligros de nuestra visión parcial. ¡Qué fácil es perder de vista, o simplemente ignorar, nuestra responsabilidad cuando actuamos en nombre de un grupo, una organización, nuestra comunidad o nuestra nación! Puede que nuestra conciencia nos lo ponga incómodo; pero nosotros la esquivamos, transfiriendo la responsabilidad a otros o al impersonal y amorfo “grupo”. O bien no nos preocupamos por escuchar lo que nos dice nuestra conciencia, o no reconocemos la verdad.

Los métodos de negocio han llegado a ser tan egoístas que se aproximan al robo, y tan sutiles que semejan... el fraude. Todos participan, todos confiesan, pero nadie se siente responsable... Ese es el vicio, que nadie se siente llamado a obrar como hombre, sino únicamente como fracción de hombre.
Ralph Waldo Emerson22

Esta falta de sentido de responsabilidad, esta falta de aceptación de la responsabilidad personal por todo lo que hacemos, explica entre otras cosas el rápido colapso de la institución matrimonial en las últimas décadas. ¿Hasta dónde permitiremos que nos lleve la presente cultura del egoísmo? Ponemos gran esmero en asegurar nuestros derechos personales, pero, ¿aceptamos nuestras responsabilidades personales? El matrimonio proporciona una estructura en la que puede expresarse una de las más profundas fuerzas de la creación, y nosotros podemos hacer frente a las responsabilidades que de ahí se derivan. Se salvaguarda la unidad familiar de modo que los hijos pueden crecer seguros y dos personas pueden trabajar juntas para atender a las necesidades de todos los implicados. ¿Acaso el estudio del comportamiento humano nos ha mostrado un medio mejor, para desarrollar y transmitir valores positivos, que el contexto de una familia segura y amorosa? El matrimonio es un compromiso para toda la vida realizado entre dos personas, y como tal proporciona una estructura dentro de la cual podemos madurar emocionalmente y comprender mejor nuestras responsabilidades del uno para con el otro, y de ambos para con la familia y la sociedad en la que viven. Al llevarnos más allá de nuestros deseos y necesidades personales, establece un orden en el caos potencial de nuestros deseos emocionales y sexuales. El ser fieles a la pareja, a pesar de todo, y hacer honor a los propios compromisos, va más allá de las meras costumbres sociales. Eso apoya y refuerza las prioridades espirituales personales. Al honrar nuestro compromiso, estamos reconociendo que la verdadera felicidad viene de la realización espiritual, y que perseguir la felicidad a costa de nuestras responsabilidades es un engaño que nos conduce por el camino equivocado.

Vida deshonesta: consolidando los muros de nuestra prisión

Las pasiones humanas son las siervas de Maya, la forma seductora de la existencia material que nos hace creer que ninguna otra cosa es real. Las pasiones de la lujuria y la avaricia crean esta ilusión haciéndonos adictos a los placeres sensuales. Luego, para satisfacer nuestros deseos somos deshonestos con nosotros mismos y con los demás; para justificar nuestras acciones nos engañamos a nosotros mismos, y terminamos identificándonos con el aspecto mas limitado de lo que somos.

El vivir honestamente necesita de autocontrol. Exige que ejerzamos moderación en todos nuestros tratos, que usemos nuestro sentido de lo que está bien o mal (el don del discernimiento que Dios nos ha dado), para modelar nuestras vidas. La honestidad implica ser fieles a nuestra esposa, o si no estamos casados ser fieles a una vida casta. Implica honradez y justicia, franqueza y transparencia, ausencia de engaño, en contraste con la riqueza, el poder y la pasión, los cuales llevan a la opresión, la extorsión, el engaño y el sufrimiento.

Sea por codicia de dinero o de poder, o sea por los placeres de los sentidos y la lujuria, son ilimitadas las rutas que toman las pasiones. La Nube del No-Saber, escrita en la Edad Media por un autor inglés anónimo como guía práctica para el buscador espiritual, habla de lo que puede suceder si damos rienda suelta a los sentidos:

La sensualidad... es la misma facultad que se quejará cuando al cuerpo le falten las exigencias esenciales y, sin embargo, cuando esté satisfecha la necesidad, se moverá para tomarse más de lo requerido..., y a menos que domine tanto sus fuertes deseos de obtener sus placeres acostumbrados, como su ansioso gozo cuando han pasado los disgustos edificantes, se revolcará, como algún cerdo en el cenagal, tan vil y frenéticamente en todos los bienes del mundo... que su vida entera será animal y física más que humana y espiritual.
La Nube del No-Saber23

Por no entender sus consecuencias, dejamos que nuestras pasiones nos lleven a los niveles más bajos de la creación. Necesitamos recordar que si, dejando a nuestros sentidos conducir nuestra voluntad, nos comportamos más como animales que como personas, podemos muy bien nacer como animales en el futuro para que podamos saldar la cuenta de hoy.

Guru Arjan habla de cómo la avaricia puede ser tan fuerte que nos hace poner en peligro las relaciones que tenemos con aquellos a quienes más amamos:

¡Oh avaricia!, has envuelto en tus mareas
  incluso a las mejores personas:
Sus mentes divagan, vacilan y rondan en todas direcciones.
No tienes consideración con amigos ni con dioses,
  ni con padre, madre, ni otras relaciones ...
Para huir de su influencia,
  busco auxilio en esta plegaria:
¡Oh Señor, ven en mi ayuda!
Sálvame, omnipotente Padre.
Guru Arjan Dev24

Cuántas veces las familias son desgarradas, las amistades rotas, y los principios humanos básicos quebrantados por poseer lo que no es nuestro. No quiera Dios que nos engañemos a nosotros mismos de tal modo que a la hora de nuestra muerte veamos que hemos desperdiciado el tiempo:

Renunciando al temor de Dios, estamos privados de freno.
No entronizamos al Señor, que está siempre con nosotros,
  pero levantamos ejércitos para reunir botín.
Sin embargo, con nuestra muerte todo vuelve al polvo.
Guru Aarjan Dev25

El ejemplo del implacable conquistador, propuesto por Guru Arjan (adecuado para aquellos días de estados en guerra y pequeños reinos), podría ser hoy sustituido con la imagen de los regímenes totalitarios y expansivos de los tiempos modernos y de los codiciosos empresarios y compañías del mundo de los negocios. Con mucha frecuencia, la consecución de beneficios y poder tiene lugar a expensas del hombre común. Sea a grande o a pequeña escala, las cuestiones son las mismas: ¿Cuál es nuestro objetivo? ¿Somos honrados en nuestros tratos con todos?

Las escrituras de todas las religiones importantes contienen vivas condenas contra la deshonestidad. En el Corán se dice:

Siempre que peses, hazlo bien y usa una balanza exacta.
No robes dinero a otros y no des sobornos.
Corán26

En la Biblia leemos:

No robarás.
No codiciaras... nada que sea de tu prójimo.
Éxodo27

Y en las escrituras budistas se dice:

Lo mismo que un mercader sin guardias y
  transportando mucha riqueza,
  elude un camino peligroso;
  lo mismo que un hombre que ama su vida
  evita el veneno,
  así también debe el hombre prudente
  evitar las malas acciones.
Dhammapada28

El Maestro Sawan Singh habla de las serias repercusiones de la deshonestidad para una persona que desea seguir el sendero de la espiritualidad:

Aun cuando no pase mucho tiempo en la meditación, el discípulo debe desde luego abstenerse de la inmoralidad, porque la deficiencia en la meditación puede ser compensada por la gracia del Maestro, pero la estafa, el fraude, la traición y el engaño minan los mismos cimientos de la espiritualidad. Para liquidar tales cuentas hay que volver a tomar nacimiento.
Maestro Sawan Singh29

Incluso cuando hayamos aceptado intelectualmente la verdad de esta ley, puede que, por seguir complaciéndonos, no cambiemos nuestras acciones: que prefiramos ignorar simplemente sus implicaciones. Hemos de acordarnos que la mente indisciplinada, cuando está expuesta con regularidad a cualquier cosa, rápidamente pierde su sensibilidad natural y se vuelve tosca en sus respuestas. Este es un hecho con el cual estamos muy familiarizados, ya que la tecnología nos expone a toda clase de indeseadas influencias dentro de nuestra misma casa. ¡Cuántos de nosotros nos sentamos para ver en la televisión las más terribles imágenes sin reaccionar! Lo mismo que la familiaridad insensibiliza, así también si no nos apartamos de las influencias negativas, la familiaridad puede producir complacencia moral, de modo que nuestro natural instinto moral de autoconservacion (nuestra conciencia) se vuelva insensible.

Material o espiritual: una cuestión de prioridades

Puesto que es una tendencia natural de todos los seres humanos esforzarse por conseguir la felicidad y mejorar la situación en la vida, el éxito de nuestro viaje espiritual depende de qué es más importante para nosotros: nuestros objetivos espirituales o nuestros objetivos materiales. El Maestro Jagat Singh nos exhorta a que pongamos lo mejor de nosotros en todo lo que hagamos, pero sin quedar apegados a los resultados:

Haz, por tu parte, todos los esfuerzos necesarios para mejorar tus circunstancias; pero deja el resultado de tus esfuerzos a la voluntad del Satguru. Este no desconoce tus problemas.
Maestro Jagat Singh30

El peligro consiste en hacer de los objetivos materiales nuestra prioridad. Entonces estamos equiparando riqueza con felicidad, e inmediatamente nos exponemos a comprometer aquellos mismos principios establecidos para protegernos. Como dicen las escrituras budistas:

Las riquezas pierden al necio,
  no a aquellos que buscan más allá de la otra orilla.
Por su ansia de riquezas,
  la persona necia se pierde a sí misma
  igual que pierde a otros.
Dhammapada31

El hecho es que en este mundo implacable y consumista, la mayor parte de nosotros estamos expuestos a tener que afrontar tentaciones que nos inducen a quebrantar nuestros principios. Una vez que demos nuestra prioridad a alguna cosa del mundo exterior, podemos ser fácilmente tentados a ignorar nuestros escrúpulos. Una vez que hayamos disfrutado en cierto grado de “la buena vida” (la vida del desenfreno sensual), puede que nos apeguemos a ella y no estemos dispuestos a dejarla pasar. El emperador romano del siglo segundo Marco Aurelio nos enseña la manera de proceder en las comodidades materiales, recordando al mismo tiempo nuestra conexión divina con nuestra herencia espiritual.

Recibe la riqueza o prosperidad sin arrogancia, y muéstrate dispuesto a dejarla ir alegremente. Si en alguna ocasión ves seccionada una mano, o un pie, o una cabeza yaciendo en cualquier sitio separada del resto del cuerpo, entenderás que esto es lo que hace consigo mismo el hombre que no está contento con lo que sucede, o se aparta de otros, o hace algo insociable... Pero considera la benevolencia por la cual Dios ha distinguido al hombre, ya que ha puesto en su poder el no ser apartado en absoluto de lo universal; y cuando ha sido apartado, le ha permitido retornar para unirse y reasumir su lugar como una parte.
Marco Aurelio32

Cuanto más preocupados estemos por el mundo material, tanto más perderemos nuestra perspectiva espiritual. Por esta razón los santos nos previenen de que el mundo es un lugar muy peligroso. Desde su punto de vista, caminamos a lo largo del borde de un precipicio y si dejamos que divague nuestra atención, podemos morir despeñados. Por esa razón es tan importante nuestra práctica diaria de la meditación, como lo son también el satsang regular y la lectura de escritos espirituales. Frágiles seres humanos que somos, nos resulta demasiado fácil dejarnos seducir por lo superficial de la vida y mirar al mundo material en busca de bienestar y seguridad. Entonces, como indicó Jesús:

¡Qué difícil es que los que tienen riquezas
  entren en el Reino de Dios!
Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja,
  que el que un rico entre en el Reino de Dios.
Evangelio de Marcos33

Una de las medidas prácticas que podemos tomar para ayudarnos es la de frecuentar alguna compañía que nos apoye. Puesto que somos influenciados de manera natural por las personas con las que pasamos el tiempo, debemos evitar las malas compañías. En cada uno de los discursos que pronunciaba, el Maestro Charan Singh hablaba del poder de la asociación:

Siempre estamos influenciados por la compañía que frecuentamos. Si comenzamos a mezclarnos con malhechores, con gente mala, empezaremos a pensar según sus principios. Si nos mezclamos con personas buenas, con gente noble, con devotos, comenzaremos a pensar a su manera.
Maestro Charan Singh34

También Sarmad, un místico judío que vivió en la India en el siglo diecisiete, nos previene contra la mala compañía:

En este mundo de avaricia y envidia ...
  no tengas miedo de serpientes y escorpiones.
Manténte apartado de la gente codiciosa,
  pues muerden como serpientes y arañan como espinas.
Sarmad Shaheed35

Hemos de recordar que tan pronto como perdamos de vista nuestra meta espiritual, por muy divertidas y afortunadas que sean nuestras vidas según los criterios del mundo, estaremos expuestos a perdernos en la bruma de nuestra propia lógica. El siguiente paso en este camino es la hipocresía.

Hipocresía: el deshonroso compañero de la avaricia

La hipocresía es otra forma de deshonestidad: ser falso en la manera de proyectarnos ante el mundo, diciendo una cosa y haciendo otra. No basta con tener buenas intenciones y pronunciar sublimes palabras sobre los valores espirituales y los principios morales. Los detalles de nuestras vidas diarias (tanto en casa como en el trabajo) han de reflejar nuestros ideales. Esta es una advertencia de finales del siglo dieciocho, hecha por Tomas Paine:

Es imposible calcular el daño moral... que la mentira mental ha producido en la sociedad. Cuando un hombre ha corrompido y prostituido la castidad de su mente hasta el punto de someter su creencia profesional a cosas en las que no cree, está dispuesto a cometer cualquier otro delito.
Tomás Paine36

A veces, por diversas razones, en nuestra profesión estamos dispuestos a realizar cosas que nunca haríamos en nuestra vida privada. Es como si al entrar en la oficina colgásemos nuestra conciencia junto con nuestro abrigo. Hacemos concesiones por dinero, por miedo a perder nuestro empleo, o a veces porque pensamos sinceramente que nuestras acciones cumplen con alguna otra responsabilidad. Lo que Tomás Paine quiere decirnos es que si nos permitimos practicar dos series de valores, ¿quién va a fijar los límites de hasta dónde podemos llegar?

Incluso en relación a nuestro esfuerzo espiritual, es necesario que seamos conscientes de los peligros de la hipocresía. A muchos de nosotros nos gustaría parecer virtuosos y espirituales a los ojos de los demás. Adoptamos los adornos externos de la espiritualidad, aparentando ser rectos y devotos, y con todo en nuestras actividades diarias somos negativos y egoístas. Puede que deseemos sinceramente experimentar el espíritu, pero no estamos dispuestos a cambiar nuestra manera de proceder. No estamos preparados para hacer los sacrificios requeridos.

La hipocresía es uno de los prismas a través de los que distorsionamos las enseñanzas de los santos. Como no estamos dispuestos a amoldarnos a las enseñanzas, las ajustamos para que se acomoden a nosotros, para que concuerden con lo que nosotros deseamos. Esto conduce a la división y confusión dentro de nosotros mismos. Intentamos obrar en un sentido, pero en realidad estamos motivados en otro, y acabamos simplemente montando un espectáculo de espiritualidad.

Bulleh Shah, el enérgico poeta sufí panjabi, cuestiona el comportamiento hipócrita de la gente que pide piadosamente perdón a Dios mientras continúa engañando al prójimo y obrando inmoralmente:

Repetidamente lees: “Perdóname, oh Señor”,
  ¿qué arrepentimiento es este, oh amigo?
Das una medida y te tomas una y un cuarto;
  has apostado para obtener un beneficio ilícito.
¿Cuándo el Islam te dio tal enseñanza?
¡Tales son tus obras! ¿Qué arrepentimiento es este?
Vas a lugares adonde no debieras ir.
Disfrutas de cosas que pertenecen a otros.
Tu falsedad jura por los libros sagrados.
¡Tal es tu fe! ¿Qué arrepentimiento es este?
Saa´in Bulleh Shah37

Llevada al extremo, la hipocresía puede conducir a que una persona se ponga ante otras como líder espiritual, declarando que les conduce a la verdad:

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!
Que purificáis por fuera la copa y el plato,
  mientras por dentro están llenos de robo e injusticia.
¡Fariseo ciego, limpia primero por dentro la copa,
  para que también por fuera quede limpia! ...
Así también vosotros aparecéis justos ante los
  hombres, pero por dentro estáis llenos de
  hipocresía y de iniquidad.
Evangelio de Mateo38
El erudito está orgulloso de su conocimiento,
  al hafiz le sienta bien la autopromoción.
Con los libros bajo el brazo
  van por todos sitios vendiendo su honor.
Allí donde encuentran una casa que promete,
  leen las escrituras en compases altos y apasionados
  para obtener una ganancia provechosa.
¡Oh Bahu! Han puesto el Nombre de Dios a la venta
  solo para ganarse la vida.
En este mundo viven en la bancarrota espiritual;
  desprovistos de todo honor, se dirigen hacia el más allá.
Hazrat Sultan Bahu39

Hay hipocresía cuando la gente ‘vende’ la espiritualidad. Hacer que una persona pague por guía espiritual es una contradicción en sí misma. El espíritu es la energía vital abundante y gratuita que está presente dentro de cada uno de los seres vivos. Basta con que a cada persona se le despierte a esa energía dentro de ella misma. Los verdaderos maestros espirituales imparten su sabiduría y comparten su experiencia con sus compañeros humanos por amor y compasión, nunca por dinero. Nunca lo hacen para mantenerse. Kabir Sahib y Guru Nanak Dev hablan aquí de la hipocresía de quienes convierten la espiritualidad en un negocio, cobran por la iniciación que dan, y satisfacen su avaricia y deseo de poder y fama en nombre del espíritu:

Sin un maestro perfecto,
  no se puede llegar a ser un verdadero discípulo.
Cuando el maestro es codicioso y el discípulo
  avaricioso, nada sino, avaricia se multiplica.
Baratos son tales maestros,
  a dos monedas la docena.
Vendiendo el Nombre de Dios,
  esperan aumentar sus fieles.
Kabir Sahib40
¡Malditos los que venden el Nombre de Dios!
Así como los que arruinan sus cosechas
  se quedan sin nada,
  con la falsedad nadie obtiene verdadera gloria.
Guru Nanak41

Los místicos previenen contra esos llamados líderes espirituales. Al tomar apoyo material de sus seguidores, no consiguen sino aumentar sus propias deudas kármicas. Como dice Paltu Sahib, los verdaderos maestros espirituales nunca toman nada de sus discípulos:

Nunca un santo busca limosnas,
  nunca extiende la mano ante otros:
El cisne no se inclina para coger marisco,
  al león le resulta despreciable el comer hierba.
Paltu Sahib42

Guru Nanak describe así el único procedimiento eficaz para distinguir a los maestros verdaderos de los falsos:

Si un santo o vidente va pidiendo,
  no te inclines a sus pies.
El que se gana la vida
  y da parte de ello en limosna,
  ese, y solo ese, conoce el camino.
Guru Nanak43
Una mente perturbada: somos los carceleros de nuestra propia prisión

Nuestras dificultades no estriban tanto en las cosas del mundo como en nuestra actitud frente a la vida. Cuando nuestros deseos y obras nos distraen y perturban nuestro equilibrio, es como si estuviéramos haciendo guardia en la puerta de nuestra propia cárcel. Las escrituras budistas señalan la gravedad del daño que nos hacemos a nosotros mismos cuando nuestra mente está mal dirigida:

Todo lo que un enemigo puede hacer a un enemigo,
  todo lo que un iracundo puede hacer a un iracundo,
  esto y aun más nos puede hacer una mente mal dirigida.
Dhammapada44

Las pasiones dispersan la mente y malgastan nuestra energía positiva, haciéndonos imposible el concentrarnos. Lo mismo que el agua no refleja nada cuando está turbia y agitada, tampoco una mente agitada, preocupada e inquieta, podrá nunca oír el Shabad. Mientras la mente se halle agitada con deseos y obras, permanecerá distraída y nosotros no podremos enfocar nuestra atención. Y mientras nuestra atención no quede concentrada en un punto, no podremos entrar en los sutiles reinos espirituales.

La mente y el alma están anudadas juntas, y solo cuando la mente se halla limpia de impresiones kármicas puede el alma quedar libre de su asociación. Lo mismo que en el océano las corrientes pueden gradualmente desviar a un buque de su ruta, así también las perturbaciones de la mente pueden interferir en el retorno del alma a su casa espiritual.

Al contar la parábola del sembrador, Jesús explica este mismo punto. Relata cómo un agricultor va a su campo a sembrar semillas. Pero alguna cae al borde del camino, alguna en terreno pedregoso, alguna entre abrojos y malas hierbas y alguna en tierra fértil. Luego continúa:

El sentido de la parábola es este:
La semilla es la Palabra de Dios.
Los del borde del camino son los que la escuchan;
  pero luego viene el diablo,
  y se lleva de su corazón la Palabra,
  no sea que crean y se salven.
Los del terreno pedregoso son los
  que al oír la Palabra, la reciben con alegría;
  pero no tienen raíz, creen por algún tiempo,
  pero a la hora de la prueba abandonan.
Lo que cayó entre abrojos son los
  que han escuchado, siguen,
  pero las preocupaciones, las riquezas y los
  placeres de la vida les van ahogando
  y nunca llegan a dar fruto maduro.
Solo lo que cae en buena tierra son los
  que con un corazón bueno y recto,
  habiendo oído la Palabra, la conservan,
  y dan fruto con perseverancia.
Evangelio de Lucas45

En esta parábola, Jesús dice que aun cuando el poder dinámico de Dios (el Verbo o la Palabra), haya germinado en nuestros corazones, mientras los corazones permanezcan sofocados por las inquietudes, el Verbo no puede florecer y dar fruto. Algunas personas se olvidan rápidamente de su realidad después de haberle sido revelada; en otras, su fe es demasiado superficial para resistir en tiempo de prueba; y las que se interesan por la riqueza y las comodidades materiales inhiben su propio progreso, debido a que están preocupadas con deseos mundanos.

En estos tiempos de consumismo y publicidad de masas, es rara la persona que permanece contenta con su suerte. Hoy en día, en todas las esferas de la vida somos bombardeados con sugerencias para mejorar la calidad de nuestras vidas teniendo más adquisiciones. Eso es un juego peligroso. Nuestros bienes y actividades en el mundo tienden a complicarnos la vida y tomar posesión de ella. Ya estamos “poseídos” por las impresiones de nuestras acciones anteriores. Las nuevas obsesiones complican aún más nuestras vidas. Y como sabemos por experiencia y un poco de introspección, nuestros deseos no terminan nunca: si satisfacemos uno, un millar más ocupan su sitio. A veces se dice que la riqueza de todo el mundo no puede satisfacer los deseos de una persona descontenta y avariciosa.

Cuando nos entregamos a la avaricia (ya sea en forma de propiedades, bienes, dinero o cualquier otra cosa), no podemos reprimir el deseo. No se extingue un fuego echándole combustible. Kabir Sahib dice:

No puedes apagar el fuego de la avaricia alimentándolo;
  día tras día no hará más que aumentar.
Kabir Sahib46

Y también en las escrituras budistas leemos:

Los hombres impulsados por los deseos corren
  de un lado para otro como liebres perseguidas.
Atados fuertemente con grilletes,
  sufren por largo tiempo, una y otra vez.
Dhammapada47
Los antojos del insensato crecen como trepadoras.
Como un mono que busca fruto en la floresta,
  va saltando de aquí para allá.
Dhammapada48

En la tradición sij, una de las oraciones rezadas con mayor frecuencia observa:

El ansia de uno no queda satisfecha
  ni con todos los placeres de los tres mundos.
Guru Nanak49

Los “tres mundos” es una manera de referirse a las numerosas dimensiones de conciencia que existen por debajo de los reinos totalmente espirituales. Nuestros apegos son tan tenaces que la insatisfacción (esa perturbación de la mente ocasionada por la constante reactivación del deseo), continúa persiguiéndonos permanentemente incluso en los niveles más sutiles. Y seguirá persiguiéndonos hasta que nos veamos absolutamente libres de los últimos vestigios de la mente, y pasemos al “cuarto mundo” (la dimensión de espíritu puro).

Las extremas sutilezas de la ley

La ley de karma es inexorable y sutil por encima de nuestra imaginación. Por ejemplo, aunque solo seamos partícipes de las acciones inmorales de otra persona, también nosotros somos culpables como cómplices del sufrimiento causado.

Hay una anécdota que pone de manifiesto las sutilezas de la ley. Un devoto se alojó durante la noche en la cabaña de una anciana pobre. Como esta no tenía comida extra para alimentarle a la mañana siguiente, se sentó y pasó toda la noche hilando algodón, luego vendió el hilo en el mercado y compró comida para él. Pero cuando el devoto se puso a meditar, se encontró con que no podía elevar su atención. Sabiendo que la anciana había comprado la comida con sus propios ingresos (habiendo trabajado toda la noche), notó que en la casa no había ninguna lámpara de aceite ni ninguna otra fuente de luz. En consecuencia, le preguntó cómo era que había trabajado a oscuras. “Ya ve”, dijo ella, “enfrente vive una prostituta. En su casa hay una lámpara encendida toda la noche, así que me senté fuera y usé su luz”.

Tales relatos nos ponen de manifiesto un ideal de honradez que parecería totalmente imposible de mantener en el mundo complejo y de rápidos cambios de hoy. Si el aprovechar la luz de una persona ocupada en un trabajo inmoral o deshonesto pudiera afectar a la comida y perjudicar a nuestras oportunidades de mejorarnos, ¿cómo podremos prevenirnos contra errores de naturaleza tan sutil? La industria moderna de la alimentación nos enfrenta a ese tipo de dilema. La introducción de genes animales en vegetales y de pequeñas cantidades de derivados animales en productos alimenticios vegetarianos, no son más que dos de la multitud de situaciones que hemos de afrontar. Nos hemos preguntando: ¿cómo podemos alcanzar nuestro objetivo de la realización espiritual en tales circunstancias? Si hemos de ser tan esmerados en nuestro juicio acerca de lo bueno y lo malo, ¿cómo vamos a sobrevivir?

Una vez más, es cuestión de cultivar la actitud correcta. Es imposible vivir en el mundo sin hacer algún mal. El mismo mundo gira en la dualidad, en la interacción de lo positivo y lo negativo, de las acciones buenas y las acciones malas. Tenemos que entender los principios en los que se basa nuestra orientación espiritual, y luego hacerlo lo mejor posible. A cada uno de nosotros le corresponde, de acuerdo a nuestras circunstancias particulares, decidir a nivel práctico dónde trazar la línea divisoria. Tenemos que cuidarnos de no ser fanáticos y de no preocuparnos tanto por los detalles que perdamos de vista las grandes cuestiones.

Debido a que las responsabilidades kármicas son tan sutiles y de tan larga duración, es importante que entendamos su manera de funcionar. Conociendo los principios y estando bien informados acerca de los problemas, tendremos la oportunidad de elegir para evitar sus efectos negativos. Sin embargo, primero hemos de ocuparnos de los asuntos importantes, pues siendo escrupulosos en lo pequeño y débiles en lo grande nos mantendremos alejados de nuestra meta.

Perdiendo una rara y preciosa oportunidad

Si navegamos hacia un determinado punto de destino y alteramos nuestra ruta en solo uno o dos grados, con el paso del tiempo y la distancia iremos muy lejos de nuestro objetivo. Esta es la tragedia humana: que perdemos así despreocupadamente la única oportunidad que ahora tenemos de realizar a Dios. Lo que nos pudiera parecer únicamente una pequeña desviación del ideal, pudiera costarnos, con el tiempo, la oportunidad de una vida. Nuestros apegos, emociones y pasiones nos ciegan respecto a nuestra herencia, el tesoro real que hay dentro de nosotros. Cuando no conseguimos reconocer lo que podemos ser, perdemos el derecho a un nivel inimaginable de felicidad. Por lo demás, este es el pregón de todos los que han experimentado el espíritu: gritan a sus compañeros humanos que despierten a lo que es la vida, que aprovechen el momento presente de modo que no se deslicen de nuevo al largo y penoso ciclo de nacimiento y muerte:

Nacido una y otra vez, mueres para nacer de nuevo.
Así, en un infinito viaje,
  sufres incesantemente de penas y dolores.
¡No has realizado al Dios Creador
  y por esto sufres, pobre alma ciega!
Guru Arjan Dev50

El místico musulmán Bulleh Shah habla de esto como de perder en el juego esta preciosa oportunidad apostando nuestras vidas en bienes mundanos:

No entiendes los derechos de otros;
Cargado con un peso de riqueza mal adquirida,
  tendrás que volver a la creación.
Privado de una inapreciable oportunidad,
  en el casino del mundo,
  vas a perder una mano ganadora.
Saa´in Bulleh Shah51

Los santos nos recuerdan que la forma humana es la única en la cual el alma puede conocerse a sí misma. Es la única forma en la que podemos hacernos conscientes de lo que somos. Es el peldaño superior de la alta escalera de la creación, y si no lo alcanzamos, nuestra alma volverá a caer en el gran ciclo de la creación, para viajar indefinidamente por los millones de especies que no tienen ni capacidad de conciencia espiritual ni facultad de discernimiento que las saque de ese ciclo.

En el misticismo oriental se utiliza una metáfora en la que la vida humana se asemeja a una espada de oro. La hemos recibido como regalo, pero en lugar de usarla para abrir un camino de gloria inmovilizando a nuestros oponentes interiores, interpretamos de manera totalmente errónea su función y la usamos en la cocina del mundo físico para cortar cebollas y tomates.

Cuando al pasar por la puerta de la muerte, miremos retrospectivamente a nuestra vida, ¿cómo la evaluaremos? ¿Nos sentiremos seguros y en paz con nosotros mismos? Esto es lo que necesitamos considerar cuando nos encontremos frente a las preguntas que hace Jesús en las célebres líneas del evangelio de San Mateo:

Pues, ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?
O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?
Evangelio de Mateo52
¿Qué es una acción correcta?

Actuar correctamente o vivir según principios espirituales es nuestro sistema de transformar o espiritualizar nuestra mente, al mismo tiempo que nos protegemos de las numerosas influencias negativas de la creación que nos pueden apartar de nuestro rumbo. Nuestra creciente sensibilidad hacia la perspectiva espiritual nos capacita para ver cómo incluso los impulsos negativos más pequeños crean efectos negativos. Comenzamos a entender la razón de que una acción incorrecta no puede ser nunca justificada. Viviendo según nuestros principios, apreciamos cada vez más el valor de una estructura moral clara que limite nuestro potencial para descarriarnos. Nos vemos capaces de tomar decisiones prácticas con conocimiento de causa, de modo que podamos cumplir con nuestras responsabilidades. Por experiencia vamos aprendiendo gradualmente que vivir rectamente es una cuestión de no perder nunca de vista nuestro objetivo, de ser moderados en todas las cosas, y de saber dónde se ha de trazar la línea entre nuestras necesidades y nuestros deseos.

Habiendo estudiado los efectos complejos y de largo alcance de la ley de karma, estamos ahora en condiciones de definir lo que realmente significa vivir honestamente. Colocándonos firmemente en un contexto espiritual y comprendiendo que toda acción proviene de la simple ley de dar y tomar, podemos establecer para nosotros mismos un código de conducta práctico que aplique esta convicción.

Así creamos una estructura moral, un código de valores y principios, que pone límites a nuestras acciones y nos cuida a pesar de nuestra ceguera. Hemos de protegernos de nuestra propia mente. La mente es poderosa, y es la que, preocupada por la creación vida tras vida, nos ha impedido gozar de la energía liberadora del Shabad. Los hábitos negativos se han atrincherado tan profundamente y los tentáculos de las pasiones son tan finos y largos que, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, estamos expuestos a descarriarnos una y otra vez.

Sin la energía redentora del Shabad, nadie puede llegar a la meta o destino final. Sin embargo, para ayudarnos a nosotros mismos hemos de cumplir nuestra parte del plan. Hemos de cultivar las cualidades que mantienen a la mente orientada hacia el alma, y sujetarla firmemente cuando las cosas sean difíciles. Necesitamos cualidades positivas que estén en armonía con la realidad espiritual de la que forma parte nuestra alma. Nuestra gracia salvadora consiste en que hemos entrado en contacto con un maestro espiritual, un amante de Dios, que sabe adónde ir. Los maestros son ejemplos para nosotros de cómo vivir en el mundo, y hasta que nosotros mismos hayamos obtenido su visión, hemos de seguir el sendero que ellos ya han andado.